Ricardo Pérez Martín, profesional del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), es el investigador principal de la iniciativa Life iSeas, que busca aportar "soluciones" a la flota pesquera ante la prohibición progresiva de los descartes -capturas no deseadas que son devueltas al mar ya muertas- introducida por la UE desde 2015. Este científico impartió anteayer en Vigo una conferencia sobre la obligación de desembarques en la que también presentó ese proyecto, iniciado en 2014 y que cuenta con la colaboración de instituciones como la Universidade de Santiago (USC), la Xunta, el Instituto Español de Oceanografía (IEO) o la Organización de Productores del Puerto de Marín (Opromar).

-¿Es posible un escenario de pesca sostenible sin reducir todavía más la flota?

-Creo que sí. Muchas de las especies comerciales se mantienen en niveles razonables para alcanzar el Rendimiento Máximo Sostenible, así que, en principio, sí. Otra cosa es la rentabilidad de la flota. Con los nuevos cambios, como la obligación de desembarques, puede que algunos tengan un problema de rentabilidad e incluso lleguen a desaparecer.

-Hay flotas, como el arrastre, que aseguran que no pueden ser más selectivas. ¿De qué les servirá Life iSeas?

-Hay buques mucho menos selectivos que otros. Nosotros abordamos el caso del arrastre, que tiene un nivel considerable de descartes. A estos armadores lo que les interesaría sería pescar en aquellas zonas donde aparezca una menor proporción de este producto. Para que puedan conseguirlo planteamos un sistema de visión artificial y reconocimiento de las imágenes por colores y texturas con el que identificar en el propio parque de pesca, a medida que pasan por la cinta, la especie y el peso de los ejemplares. Los barcos envían esa información, mientras faenan, a un geoportal dependiente del Centro de Supercomputación de Galicia (Cesga). Este señalará puntos rojos donde apareció mucho pescado desechable, por lo que sería posible tomar la decisión de no ir a faenar a esa zona.

-También investigan líneas de procesado para aquella biomasa que no pueda ser destinada a consumo humano.

-Buscamos un aprovechamiento diferente, no en harinas, sino en productos específicos que puedan elevar la cotización de esa materia prima y reducir los costes de la aplicación de la nueva normativa. Planteamos, ya desde hace años, mediante nuestro trabajo con la industria conservera, una separación de las partes del pescado para originar una explotación de mayor valor añadido para cada una de ellas. Con el músculo se pueden elaborar hidrolizados proteicos, que sirven para alimentación animal o como suplemento alimenticio. Las pieles se pueden usar para hacer colágeno, gelatinas o para usos farmacológicos. Los cartílagos, para tratar enfermedades reumáticas. Estamos testando las sustancias para demostrar que son usos viables y rentables.

-Ante la falta de rentabilidad de buena parte del sector, ¿no se corre peligro de fomentar la pesca de descartes?

-Esta biomasa siempre va a cotizar menos que el pescado para consumo humano. Tampoco te imaginas a un armador montando una planta de producción de colágeno. Si es capaz de hacerlo, contratar a gente profesional y conseguir inversores, fantástico, pero no creo que se plantee entrar en ese negocio.

-¿Puede ser que la norma de descartes imposibilite la aplicación de la Política Pesquera Común, como plantea la Xunta?

-Al final, lo que vas a poder descargar es la cantidad total de cupos que tienes, eso no cambia. La diferencia es la siguiente: si te dan 10 toneladas de cuota de merluza y una de rape y cuando vas a pescar capturas un 50% de rape, tienes un problema. Antes había que devolverlo al mar. En cambio, con la nueva reglamentación se puede seguir descargando rape, aunque lo tendrías que descontar de la cuota que aún tienes de otras especies, como la merluza. Entonces, en vez de estar 12 meses faenando, a lo mejor acabas en seis. Ese es un temor lógico del sector. Para algunas especies se aumentó la cuota precisamente para incluir estos descartes.

-¿Tiene posibilidades esa reclamación del Gobierno gallego?

-Tiene una base lógica, pero eso es una cosa y la negociación política es otra. Veo muy difícil ir contra la obligación de desembarques y también cambiar el criterio de estabilidad relativa. Puede que sea absurdo, pero fue una condición para entrar en la Comunidad Económica Europea y habría que volver a negociar con esos países que resultan favorecidos por el sistema, y van a decir siempre que no. De todas formas, debería ser un estado miembro y no una comunidad como Galicia el que lidere ese esfuerzo.

-¿Perjudicará la obligación de desembarques a las poblaciones que quedan en el mar al restarles una fuente de alimento?

-En mi conferencia expliqué que hay dos corrientes: una que defiende que los descartes son alimento para el pescado en el mar y otra que lo niega y argumenta que la mayor parte se va al fondo y provoca cambios estructurales que modifican la dinámica de poblaciones de los ecosistemas. Tiene más adeptos la que dice que no es conveniente tirar los descartes, pero el tema sigue en estudio mediante dos proyectos comunitarios. Científicos de Australia dicen que esta prohibición causó una reducción importante de las especies comerciales, pero cada ecosistema es diferente.