Desde el Atlántico occidental, donde desovan las anguilas, las corrientes marinas arrastran las larvas hasta la costa española para adentrarse en los ríos ya convertidas en angulas. Es allí donde se inicia un periplo "ilegal" hasta China, durante el que los ejemplares son conducidos en maletines por personas (mulas) pagadas por los traficantes.

Así lo afirman los investigadores del Seprona de la Guardia Civil, que realizó en los últimos años varias operaciones contra el tráfico ilegal de este producto, que puede comercializarse en territorio comunitario pero que no puede exportarse, según el convenio Cites de especies protegidas.

En los años que el Seprona lleva investigando este comercio ilegal, los agentes han comprobado cómo ha cambiado el modus operandi de los grupos delictivos, encabezados ahora por ciudadanos chinos que han visto en la "exportación" a su país de este producto un suculento negocio.

De estas investigaciones del instituto armado surgieron las operaciones Suculenta, que se saldó en 2012 con 14 detenidos y tonelada y media de angulas incautadas -valoradas en 1,5 millones de euros-, y Suculencias, con 13 arrestados en 2014 y cientos de kilos de alevines intervenidos.

Tras varias operaciones de menor calado, tuvo lugar la Black Glass, coordinada por el Seprona el pasado mes de mayo y que finalizó con 20 detenidos y 2,5 toneladas de angulas interceptadas, la mayoría procedentes de Galicia, por valor de cuatro millones.

El capitán de la Unidad Central Operativa de Medio Ambiente (Ucoma) del Seprona, José Manuel Vivas, advierte de que este comercio ilícito está diezmando la población de angulas en España, donde se captura una de las especies con más caché de las 16 existentes: la Anguilla anguilla, más conocida como anguila europea.

Esta es la forma de operar de la trama delictiva desmantelada recientemente por el Seprona: Después de comprar las angulas, las trasladaban rápidamente en camiones con bidones adaptados hasta un chalé de la comunidad de Madrid, donde las depositaban en otros bidones más grandes.

Aquí es donde cambia el método respecto a tráficos anteriores. Si antes las sacaban hacia China incluso en un vuelo charter de mercancías o a través de mensajerías aéreas, ahora, conscientes de que su actividad está más controlada, han decidido fichar mulas a las que cargan sus maletas con la mercancía por 300 euros. Las autoridades indican que es difícil detectarlas en el escáner de la facturación y las angulas viajan a China en la bodega de equipajes. Todo tiene que ser rápido, porque no aguantan más de 40 horas fuera del agua.

En ese periplo, es muy probable que 500 de las 3.000 que hacen un kilo mueran por estrés. Cuando las mulas llegan a China, se ponen en contacto a través de una tarjeta SIM que la organización les ha facilitado con otras personas que, inmediatamente, acuden al aeropuerto para recoger la mercancía.

Una vez en territorio chino, las angulas se depositan en arrozales vallados, donde van creciendo y convirtiéndose en anguilas de 600 gramos de peso (en Europa no pasan de 150 gramos). Cuando alcanzan ese tamaño, son dirigidas por varias personas hacia un punto del arrozal para ser recogidas.

En condiciones normales, a un pescador de río se le pagan 150 euros por kilo de esta especie, importe que se eleva a 500 de valor medio en la UE. Las tramas chinas detectadas, según los investigadores, han pagado hasta 2.800 euros, aunque la media se situaría en 1.500. Vivas asegura que en cada kilo de producto entran unos 3.000 ejemplares, con un peso de un tercio de gramo cada una.

Una angula con un peso de un tercio de gramo se ha convertido en una anguila de 600 o de 500 una vez que se las despoja de la cabeza y las espinas. Es decir, de cada kilo de angula se sacan 1.250 de anguilas, que la organización vende a 40 euros el kilo ya ahumada y envasada.

Los animales se compraron como máximo a 2.800 euros el kilo y el gasto en transporte, envasado y demás alcanza los 6.000 euros. Esas más 1.250 anguilas obtenidas, a un precio de 40 euros por kilo, permite ingresar 50.000 euros por ejemplar. Un negocio redondo.