Luz Baz lleva más de una década trabajando como inspectora de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF) para las comunidades de Galicia y Asturias. Durante ese tiempo, Baz conoció la peor cara del sector pesquero gallego, esa en la que trabajadores extranjeros son contratados en condiciones miserables por unos 200 euros al mes o abandonados por sus barcos. La inspectora participó, a finales del mes pasado, en la serie de conferencias que tuvieron lugar en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, en el marco de la renovación del acuerdo de 1995 para la conservación de especies migratorias. Invitada por la flota atunera, que presentaba su plan de sostenibilidad, Baz defendió la ratificación del convenio 188, impulsado por la Organización Internacional de Trabajadores en 2007 para mejorar las condiciones laborales en la pesca.

-¿Por qué España no ratificó todavía el convenio 188?

-Esa pregunta habría que hacérsela a la Administración. Yo creo que España perdió una oportunidad increíble de liderar esta ratificación, porque no podemos olvidar que se trata de un país líder en el sector pesquero, con representación en todos los caladeros del mundo y en el que hay una tradición de mano de obra cualificada muy importante. España sí ratificó los convenios en el sector de la marina mercante, pero no en pesca.

-¿Qué hace falta para garantizar la sostenibilidad de la pesca?

-Cuando se habla de sostenibilidad, se suele hablar de los recursos vivos, de las pesquerías, de los peces y el medio ambiente. Lo que proponemos desde ITF es hablar de un concepto más amplio, integrando también el bienestar y el respeto a los derechos humanos y laborales de los trabajadores del mar. Ahí hay un camino muy largo por recorrer, porque el sector no está tan legislado como la marina mercante a nivel internacional y no hay controles suficientes. Esto da lugar a situaciones de competencia desleal. Hay prácticas abusivas contra los derechos de los trabajadores y los derechos humanos en algunos casos, y esas empresas compiten en el mismo mercado que las que tienen unos estándares mínimos y cuidan a sus trabajadores. Nosotros tratamos de diferenciar entre estas firmas. En Galicia hay de todo, hay armadores serios y responsables y otros que no lo son.

-¿Son una minoría?

-En la pesca, antes no había este componente internacional, pero la globalización y el libre mercado imponen que hay que ahorrar costes, lo que lleva a contratar a extranjeros de países en desarrollo, mano de obra barata, con escasa formación y en condiciones abusivas. Si un armador de un barco de bandera española quiere contratar a tripulantes no comunitarios tiene que hacerlo legalmente. Los tripulantes necesitan un permiso de trabajo, un contrato al menos con el salario mínimo interprofesional, cotizando, etc. Algunos armadores lo hacen de esta manera y otros muchos lo hacen contratándolos por 200 o 250 dólares al mes. Pagándoles un dólar por tonelada facturada de pescado, cuando se les paga. Sobre el número de armadores que hacen esto, todavía no hacemos inspecciones de rutina en barcos, por lo que la estadística que yo tengo no es exacta. Conozco solo los barcos en los que hay problemas de este tipo.

-Decía en su conferencia que incluso se dan situaciones de esclavitud.

-Como inspectora de ITF he estado en otros países, como Tailandia. Las condiciones que vimos allí iban desde tráfico humano a esclavitud real. Aunque ahora mismo tiene una tarjeta amarilla de la UE, se importan todavía productos de este país que están relacionados con la pesca ilegal. Los consumidores, de alguna manera, participamos en ese negocio. Tiene que haber un control efectivo y una decisión política.

-¿También en barcos de bandera española?

En España hay una práctica habitual, que es que los barcos salgan de aquí con una tripulación mínima, europea, y después marineros de indonesia embarcan en Cabo Verde, Portugal? Esto ha llevado a dramas, como barcos de capital español abandonados con sus tripulaciones. Sucedió recientemente en Guinea Bissau con un barco de bandera española propiedad de una empresa de Vigo. Llevaban mucho tiempo sin cobrar y fueron abandonados sin alimentación ni dinero. En Galicia he atendido en muchas ocasiones a tripulantes indonesios que habían sido abandonados o sin cobrar durante cinco o seis meses estos salarios ridículos. Entonces, ¿esclavitud? Yo creo que sí, porque el agravio comparativo es increíble.

-¿Por qué las autoridades no actúan contra estas situaciones?

-No hay una respuesta exacta. Falta legislación que permita que las capitanías marítimas ejerzan un control efectivo sobre el tema laboral de las tripulaciones extrajeras. A veces es complicado, ya que son situaciones que se dan en aguas no territoriales a pesar de ser barcos de aquí. Por eso, el convenio 188 sería un instrumento básico, ayudaría, ya que incluye la capacidad de control internacional por parte de las inspecciones de las capitanías marítimas, por lo menos de unos mínimos. La campaña que desarrolla ITF pretende impulsar la negociación colectiva, convenios colectivos a nivel internacional que garanticen que esos barcos estén cubiertos y tengan esas condiciones básicas. El convenio 188 no habla de salarios, por ejemplo.

-Los sindicatos no están tan presentes en la pesca como en otros sectores. ¿Cometieron errores en el sector pesquero?

-El sector cambió mucho en estos últimos años. Tradicionalmente eran empresas familiares, en las que el propio armador iba a bordo y no había presencia sindical. Quizás hubo gente que tenía unas buenas condiciones y a la que no interesaban los sindicatos. Ahora no se trata solo de defender las condiciones de los extranjeros, sino también de intentar mantener la fuerza de trabajo en España y en Galicia concretamente. Se dice mucho que la gente joven no quiere ir al mar, pero con las condiciones que muchas empresas ofrecen es muy difícil que los jóvenes puedan o quieran.

-Decía en su intervención que el conocimiento de los consumidores sobre el coste humano de la pesca es muy pobre.

-Durante años, y ese es un error compartido, se hizo una gran labor para concienciar sobre la sostenibilidad de los recursos, pero no se hizo mucho por dar a conocer las condiciones de vida de los trabajadores. Hay varias generaciones que crecimos con el lema Pezqueñines No, pero no recuerdo campañas laborales en ese sentido en la pesca. A medida que la crisis y el siglo XXI avanzan, los consumidores nos volvemos, en general, más responsables. Se habla mucho ahora de los problemas laborales en el textil, lo que ha llevado a mucha gente a replantearse sus hábitos de consumo. Esto también puede pasar en la pesca.