"Estamos preocupados y tristes. Tenemos más preguntas que respuestas". Así resume el gerente de la asociación Pescagalicia-Arpega-O Barco, Juan Carlos Corrás, la situación que vive la flota gallega de bandera británica tras la reciente decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea, el llamado Brexit. Pescagalicia, radicada en A Coruña, cuenta entre sus miembros con una veintena de estos pesqueros, que se verán muy afectados por la introducción de aranceles y la restricción a la libertad de movimientos de unos trabajadores que incluso pueden llegar a verse obligados a cotizar allí.

"Las limitaciones tendrán que ver con todo lo relacionado con el mercado único, aunque en principio los derechos de pesca y las inversiones que hicimos están garantizadas", explica Corrás, que añade que algunos de estos problemas se pueden resolver mediante la creación de acuerdos bilaterales como los que ya existen con países como Noruega, Islandia o las Islas Feroe.

El gerente de Pescagalicia asegura que nunca imaginó ver a Reino Unido fuera de la UE, aunque considera esta salida un "toque de atención" a las políticas de la Comisión Europea. "Bruselas legisla de una forma que no permite mantener muchas actividades económicas, sobre todo en el sector primario", denuncia.

En este sentido, la marcha del Reino Unido supondría para estos barcos la posibilidad de liberarse de polémicas políticas comunitarias como la prohibición de descartar o el sistema de reparto de cuotas, marcado por el principio de estabilidad relativa, aunque Corrás se muestra cauto sobre este aspecto. "No creo que sea tan fácil como decir: 'No vamos a cumplir con esto', o ponerte la cuota que quieras. Seguirá habiendo científicos británicos en el Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES), que es el que establece las recomendaciones para las cuotas anuales, y las presiones estarán ahí", argumenta.

Corrás cree que la situación tras el Brexit será perjudicial para ambas partes. "Ahora mismo también hay barcos británicos pescando en aguas comunitarias, es una situación complicada porque todo está muy mezclado y el mar no tiene fronteras", explica el empresario, que descarta un "cierre total" de aguas. "Veremos a ver lo que pasa en los próximos dos años de negociaciones, pero no concibo cambios tan drásticos", resume.

Mientras, la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI), que cuenta con una veintena de embarcaciones que pescan en las Malvinas y Gran Sol, ya envió una pregunta a la Secretaría General de Pesca para conocer la situación jurídica de estos barcos tras el Brexit. "Por el momento estamos tranquilos, porque en los próximos dos años de negociaciones no cambiará nada", señaló el gerente de ARVI, José Antonio Suárez-Llanos.