Nada que ver con el Ejército Rojo chino pero, indudablemente, la de los marineros gallegos jubilados e integrados en la asociación Long Hope es una larga marcha para lograr que el Gobierno de Noruega les reconozca sus derechos por los años trabajados en buques con pabellón nórdico.

Hubo promesas, se registraron procesos de entendimiento, pero ningún avance. Y, menos todavía, ayuda y comprensión tanto por parte del Gobierno central como por el de la Xunta.

Que los tribunales noruegos hayan aceptado la demanda de los marinos gallegos puede no ser nada más que un postureo, pero ese simple hecho ha servido para revitalizar unos ánimos que nunca han estado bajos. Y lo han demostrado estos marineros de Galicia en sus movilizaciones en Santiago, A Coruña o Vigo porque, para ellos y para los que en ellos creemos, siempre ha habido motivos suficientes para demandar al Ejecutivo noruego y otro tanto habría que haber hecho, antes de ahora, con el español.

Como muy bien ha dicho el diputado de AGE, Juan Fajardo, "la apertura de la vía judicial abre además la puerta a presentar la demanda en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos", lo que significa que la vía no finaliza en Noruega: Europa da otras oportunidades para la reclamación continua de unos derechos contraídos por un trabajo que, al menos para los noruegos, parece no necesitar de compensaciones.

Son varios miles de trabajadores del mar, de los que el Gobierno del Estado español parece no querer saber nada. Y sin embargo, suyo es el deber de defender a unos ciudadanos que se sienten menoscabados por los representantes de un país para el que han trabajado y al que han contribuido económicamente durante años. Sus propios compañeros lo reconocen (aún cuando algunos ciudadanos noruegos no quieran entender que los derechos de los españoles, por el mero hecho de trabajar y contribuir al erario público de Noruega les confiere los mismos derechos que ellos tienen a la hora de jubilarse).

Los jubilados integrados en Long Hope no bajan la guardia y estarán presentes en todas cuantas oportunidades sean necesarias para recordar a Noruega y España que están ahí y que los seguirán escuchando por más que intenten taparse los oídos con la indiferencia.

Su larga marcha les conducirá a una solución. Y esta será la que la Justicia les reconozca.