Las calles, polvorientas unas veces, aparecían absolutamente cubiertas de lodo en otras ocasiones, lo que obligaba a la protagonista de la cinta del far-west a dejarse llevar en los fornidos brazos del "chico" de la "peli" desde la diligencia en la que llegaba al poblado hasta la acera de tablas si quería evitar que el barro embadurnase sus enaguas y su vestido siempre largos.

Al arriba firmante siempre le ha llamado la atención el que la mujer hubiera utilizado tan largos atuendos si, al final, lo único que conseguía era arrastrar el polvo de la calle o el de la casa y tener que lavar a menudo la vestimenta si esta quería aparentar una mínima limpieza y decoro.

Pues lo mismo hacen la UE, la OCDE, la FAO y las ONG medioambientalistas en relación al estado de los recursos de la pesca: barren con largos ropajes y la suciedad los envuelve de modo inmisericorde.

Hace poco menos de un mes, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) difundía el informe El estado mundial de la pesca y la acuicultura que forma parte del también informe SOFIA, considerado por los entendidos en la materia algo así como el principal referente sobre el suministro de pescado en el mundo. Los datos contenidos en esos informes permiten a la FAO confirmar la tendencia de los últimos años a la reducción de las reservas pesqueras como resultado de la sobrepesca a escala global. Tales datos dan a entender que los stocks completamente pescados y sobrepescados suman un 89,5%, cuando en el año 2000 el informe establecía datos que indicaban que esos índices oscilaban entre 62 y el 68%.

Es decir: en 16 años -período de tiempo que media entre el año 2000 y el 2016- la sobrepesca en el mundo se ha incrementado en ese algo más del 20%.

Otro informe, este de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), prevé para el año 2025 -a la vuelta de la esquina- un aumento de la producción de pescado de hasta el 17% gracias, sobre todo, a la acuicultura -motor responsable de este crecimiento- porque a la pesca se le otorga un aumento del 1%.

Las ONG mantienen un sistemático llamamiento a la reducción de las capturas en todo el mundo y de modo especial en aguas comunitarias europeas para evitar el declive de los stocks. Y, por su parte, la UE y sus responsables pesqueros se autocorrigen en la adjudicación de TAC y cuotas, reduciendo primero para, a continuación, como en un ejercicio de rectificación permanente, proceder a nuevos repartos que, si bien significan poco para cada barco, en la globalidad aparentan modificativos importantes.

En esta película de contrastes no hay buenos ni malos, indios o cowboys. Si acaso hay un experto -que barre para casa cuando conviene- que sentencia que "la sobrepesca eliminará de nuestros platos el pescado salvaje que consumimos habitualmente y lo reemplazará con acuicultura. Solo mediante una gestión pesquera sostenible y acabando con la sobrespesca llegaremos a aumentar el número de peces en el océano y a asegurar que millones de personas puedan tener pescado en el plato" (Lasse Gustavsson, director ejecutivo de Oceana en Europa).

De esto se trata. Pero falta el John Wayne que, rifle en mano, imponga las leyes de rigor en esa especie de Wichita, ciudad sin ley, en la que entre todos hemos convertido la pesca.