Cuatro de cada diez kilos de pescado que capturan los arrastreros que faenan en el Cantábrico-Noroeste -la proporción disminuye a menos del 5% en los barcos que utilizan artes más selectivas- deben ser devueltos al mar por constituir lo que se conoce como pesca indeseada: Peces que no dan la talla y especies en veda, con el cupo agotado o de nulo valor comercial. Esta es una de las conclusiones que permite extraer el estudio que realizaron varios investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) durante tres años y que recientemente vio la luz en un atlas que publicó el Ministerio de Agricultura. Los científicos, que hicieron el trabajo de campo en barcos y puertos gallegos y asturianos, trataron de hacer un dibujo fiel de la realidad de los descartes pesqueros, un área de análisis considerada como antesala de la implantación de la obligación de desembarques que aprobó la Unión Europea para reducir las toneladas desechadas.

Las observaciones de los autores del estudio determinan que la especie con un porcentaje de descarte más alto es la caballa (o xarda): El porcentaje de devolución al mar llegó al 69,28% para el periodo de observación considerado (las campañas pesqueras de los años 2011, 2012 y 2013). La segunda especie más desechada es la bacaladilla, con un 47,56% de rechazo de las capturas realizadas. Los descartes de merluza fluctúan entre el 38,4% y el 43,62%, en función de la modalidad de pesca de arrastre observada (baca o pareja). La lista queda completada con otras tres especies: Gallo (con un 41,12% de descarte), jurel (21,84%) y rape (10,7%).

En el caso de la merluza, y a diferencia del grado de desechos de los barcos arrastreros, los que faenan con otras artes logran porcentajes mucho más comedidos: Del 2% para las artes de betas (enmalle dirigido a especies demersales, esto es, de aguas profundas) y del 1% en el caso de la flota volantera. Los bajos porcentajes de descartes de las embarcaciones de betas y de volanta se repiten en la pesquería del jurel (entre el 0,3% y el 2,48%) y en la de la xarda (entre el 0 y el 6,57%). No así en la pesca de rape, donde las lanchas de betas tienen una tasa de descartes del 72,7%, ni en la de rasco, que llega al 30,92%.

Otra lectura que proporciona el informe del IEO es que en el caso de la merluza, el rape y los gallos, la causa principal -con mucha diferencia- del rechazo de capturas tiene que ver con la talla de los ejemplares. En las tres especies consideradas, el porcentaje de descartes relacionado con el tamaño del pescado está sistemáticamente por encima del 90%. La bacaladilla presenta la menor proporción de descartes relacionados con la talla (del 2% al 8%) mientras que el jurel y la caballa se mueven en cifras de descarte por tamaño muy diferentes según el año considerado, de modo que el porcentaje fluctúa entre el 1,6% y el 52,3%.

El estudio se completa con una serie de mapas que muestran que las franjas marinas donde más pescado se desecha (más de 50 kilos por hora) son las comprendidas entre Burela y Tapia (Asturias) y entre Cariño y la ría de Muros. Las principales zonas de descarte de gallo se corresponden con la práctica totalidad del litoral gallego, el cañón submarino de Avilés, el oriente asturiano y las costas cántabra y vizcaína. En el caso del rape, el IEO señala la vertical de la provincia de Lugo y, para la xarda y el jurel, el caladero al norte del cabo asturiano de Peñas.