La marea roja, que durante el mes pasado ya afectó con fuerza a los polígonos de bateas de mejillón, se extiende ahora a los bancos marisqueros, hasta el punto de que el Instituto para o Control do Medio Mariño de Galicia (Intecmar) ya decretó el cierre de ocho de las 20 zonas de producción de moluscos infaunales -como almeja o berberecho- de la provincia de A Coruña.

La Xunta clausuró el miércoles las dos áreas en las que se divide la ría de Ferrol. Este fue el último de una serie de cierres que comenzó el pasado 19 de agosto, cuando el Intecmar paró la extracción en la ría de O Burgo. Posteriormente, la toxina se extendió a Cedeira, cerrada el día 24; la zona I de la ría de Muros-Noia, clausurada el día 25; además de las áreas I de la ría de Corcubión y la de Ares-Betanzos, ambas vedadas desde el 31 de agosto.

A estos últimos cierres se suma el de la zona II de Corcubión, ya decretado el 30 de abril, por lo que en la provincia solo permanecen abiertos los bancos marisqueros de Ortigueira, Cariño, Ares I, Corme-Laxe, Baldaio, Camariñas, las dos zonas restantes de Muros-Noia y las cuatro de la ría de Arousa (dos de ellas compartidas con la provincia de Pontevedra), que todavía no se vio afectada por las biotoxinas.

El Intecmar reabrió dos de estos bancos (Baldaio y Ares) el martes, por lo que la situación puede mejorar en los próximos días. Fuentes de la Confraría de Pescadores de Barallobre (Fene) indicaron que se espera que la Xunta permita la extracción en la ría de Ferrol el lunes. "Pero nunca se sabe", lamentaron.

Mientras, A Mariña lucense mantiene abiertas todas sus zonas de producción -excepto Foz, cerrada desde junio-. En la provincia de Pontevedra solo se vieron afectados cuatro de los seis bancos marisqueros de la ría de Vigo.

Las mareas rojas están causadas por los vientos de componente norte, que arrastran corrientes de agua fría cargadas de microalgas, entre las que se encuentran las biotoxinas. En este sentido, el fuerte nordés registrado durante el mes pasado está detrás del episodio tóxico actual. Instituciones como el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) también achacan la intensificación de estos fenómenos en los últimos años al cambio climático, que, en el caso de las rías gallegas, ralentiza el proceso de renovación de las aguas y aumenta su temperatura, con lo que crea un ambiente favorable para la proliferación de las biotoxinas.