Que la xarda, como cualquier otra especie de interés comercial para las comunidades de pescadores, no tiene dueño hasta que es capturada, es algo tan evidente que cualquier planteamiento al respecto mueve a la hilaridad. Pero que de no tener dueño pase a ser objetivo exclusivo en, por ejemplo, el caladero nacional Cantábrico Noroeste, de una flota, es algo más que llamativo.

Mientras que para los barcos gallegos y asturianos, por ejemplo, la posibilidad de pescar caballa finalizó este año -como los anteriores- a los pocos días de abrirse la temporada, esta se cerró para los barcos portugueses que faenan en dicho caladero español el pasado 7 de septiembre. Han podido pescar durante meses todo aquello que la Secretaría General de Pesca ha prohibido sistemáticamente a los barcos asturianos y gallegos y sin tener en cuenta para nada que muchos de esos barcos de bandera portuguesa son propiedad de armadores gallegos.

Que la xarda no tiene matrícula no es nada nuevo; pero que hay concesiones ventajosas para depende quién, no tiene ni siquiera un pase: barcos de 40 metros de eslora -dice un veterano patrón, Aurelio- "cargados hasta el carel y se les cierra en septiembre desde el 1 de enero". Mientras, decenas de barcos gallegos y asturianos, a verlas venir.

¿No hay xarda o es que los barcos españoles no pueden capturarla como consecuencia de desconocidos acuerdos por los que se priman cesiones que para nada tienen correspondencia con lo que en aguas del Cantábrico Noroeste pueden pescar los barcos lusos?

Y por si fuese poco, el Gobierno en funciones continúa haciendo de las suyas. Por ejemplo, poniendo en vigor cuanto prevé la orden del 9 de septiembre de 2016 por la que se convocan las ayudas a la investigación de los Planes Nacionales de Acuicultura con una dotación económica de 2 millones de euros distribuidos en tres anualidades: un millón de euros en 2016, medio millón en 2017 y el otro medio millón en 2018, dinero más que suficiente para subvencionar una parada biológica que, además de permitir la recuperación (si es necesaria) de la especie, puede servir de palanca para un sector extractivo que ya no sabe qué es tener escama en el copo del aparejo.

Ítem más: el candidato a la presidencia de la Xunta por el PP, Núñez Feijóo, ya ha anunciado que retomará, no sé en qué condiciones, los planteamientos de su Gobierno sobre el Plan de Acuicultura de Galicia.

Debe ser la seguridad que le otorgan determinadas encuestas publicadas hasta ahora por un medio de comunicación que sabe mejor que nadie cómo se vive de la subvención.

A mayor abundamiento, parece ser que la conselleira do Mar de la Xunta de Galicia aboga por unificar las condiciones de pesca de portugueses y españoles para renovar el acuerdo con el país vecino.

Bien, conselleira. Bonito planteamiento. Ellos vienen a pescar aquí, a aguas nacionales del Cantábrico Noroeste, nos ceden un puñado de sardinas y, como el rape, la merluza o la xarda no entienden de aguas interiores o nacionales, los caladeros que se explotan -¿sobrepescan?- no son precisamente los portugueses, sino los gallegos y asturianos.

A esto se le denomina un plan de gestión y una excelente coordinación para la igualdad.