La tensión que se vive en el caladero nacional Cantábrico Noroeste desde hace unos meses por la presencia de buques comunitarios (especialmente franceses e irlandeses, pero también alemanes y británicos) que, con redes de arrastre pelágico, se dedican a la pesca de bonito, llevó al Ministerio de Agricultura a enviar a comienzos de esta semana la patrullera de la Armada Tarifa P-64 para realizar un control en la zona, con inspectores de pesca de la UE a bordo, con el objetivo de determinar si existe o no algún tipo de infracción en las capturas y, concretamente, en los descartes.

La medida fue bien recibida por los boniteros gallegos y la flota de arrastre de fondo, que denuncia que la pesca con redes pelágicas causa verdaderos estragos en especies que no son objetivo comercial de las embarcaciones comunitarias, y que van desde el pez luna a la merluza, así como tortugas y toliñas. Incluso se dio el caso de una ballena que, ya en plena descomposición, fue izada a bordo de uno de los arrastreros gallegos en un copo de unos 20 metros, como se puede observar en las imágenes cedidas a este diario por tripulaciones de barcos de Burela y Celeiro.

Los gallegos también documentan la existencia de numerosos bonitos y atunes de menos de siete kilos de peso -con escaso valor de mercado- que, una vez capturados y ya muertos, son devueltos al mar como descartes por la flota europea que accede al caladero Cantábrico Noroeste una vez agotados sus propios recursos. Estos ejemplares se depositan el fondo y los aparejos españoles de arrastre los capturan de forma accidental, con el consiguiente "trabajo inútil" y "pérdida de tiempo".

Los marineros gallegos critican, no obstante, la "inacción" de la patrullera de la Armada contra los pelágicos franceses ya que, aseguran, se limita a controlar a los pesqueros nacionales y a preguntarles por radio si han visto a los barcos comunitarios.

Otra de las circunstancias que indigna al sector es que el Gobierno prohibe el uso de redes de arrastre pelágico en aguas nacionales a los barcos de pabellón español. Estas artes de pesca ocasionan una altísima mortandad que no tiene provecho alguno.

La flota española de bonito utiliza cebo vivo y cacea, métodos que provocan el levantamiento de los bancos de peces. Los barcos pelágicos detectan la localización de los boniteros nacionales mediante el Sistema de Identificación (AIS); así, acceden a las zonas donde se captura el recurso, durante estos días en aguas españolas, a corta distancia de A Coruña.

Como consecuencia, los boniteros gallegos se ven obligados a retirarse del área en la que faenan, mientras los pelágicos aprovechan para pescar y vender sus capturas en lonjas como A Coruña -lo hicieron de nuevo el pasado miércoles-, Celeiro y Burela. Los marineros del Cantábrico Noroeste censuran que esta situación genera una competencia "absolutamente desleal".

La flota española asegura que los perjuicios económicos son "evidentes" y algunas voces incluso señalan que, de mantenerse la situación actual, el bonito tardará "muy poco" en desaparecer, con lo que se acabará otra de las fuentes esenciales para el sostenimiento del sector pesquero gallego.