A Coruña todavía es uno de los puertos pesqueros más importantes de la Península Ibérica, aunque sus días de gloria ya pasaron, hasta el punto de que hoy solo queda una empresa en la ciudad que ofrece servicios de varada y reparación a los barcos: Varaderos Lazareto, en la dársena de Oza. La firma, activa desde hace más de medio siglo, vio cómo la flota se reducía de forma constante desde la entrada de España en la UE, y con ella la carga de trabajo en el varadero, que pasó en el mismo periodo de cien a cuatro empleados directos. Hace cuatro meses, un grupo de empresarios coruñeses reemplazó a la anterior concesionaria con un proyecto para "mejorar" las instalaciones y dar servicio a un mayor número de buques. La nueva dirección asegura que en este corto periodo ya cuadriplicó el número de empleos directos, hasta los 17, y atendió a 40 barcos, más de los que solía acoger la compañía en todo un año.

"Antes no se daba un buen servicio, sobre todo en comparación a otros varaderos como el de Burela, pero la flota de altura está aquí y para esos armadores es mucho más rentable dejar sus buques en A Coruña, ya que se evitan el coste del desplazamiento", indica Carlos San Claudio, director técnico de la empresa, que espera obtener una facturación que ronde el millón de euros anual. Su cercanía al puerto de Oza facilita el traslado de los pesqueros a las instalaciones, que cuentan con tres carros para barcos de porte considerable. Una máquina especializada es la encargada de arrastrar las embarcaciones para que después queden fijadas a tierra con dos soportes.

El Lazareto también presta servicio a otros talleres navales de la zona, por lo que San Claudio calcula que hay unas 50 personas que trabajan en las instalaciones directa e indirectamente. La empresa, además, presume de pagar bien a sus trabajadores, una media de 1.400 euros al mes. Sobre todo, acondicionan barcos para las posibles inspecciones pesqueras en los puertos y la Inspección Técnica de Buques (ITB), aunque también hacen reparaciones, como en el caso del Crunia, arrastrero coruñés que en agosto colisionó contra un mercante alemán y que esta semana fue botado de nuevo en el varadero. La empresa incluso restaura barcos, como un navío de la II Guerra Mundial que San Claudio enseña con orgullo.

El director técnico de la firma se muestra ilusionado con el proyecto, que se inicia, asegura, en un "nuevo" contexto en la pesca gallega después de años de retroceso. "Ahora hay poca flota, pero está saneada. Noto una ligera mejoría y hay gente dispuesta a hacer inversiones", dice San Claudio, que no descarta acometer la construcción de algún pesquero, aunque reconoce que es "complicado", ya que requeriría de grandes cantidades y créditos bancarios.

El único ámbito en el que la empresa no se plantea crecer es en el de los desguaces. "Solo los haremos si no queda otro remedio", asegura el director técnico, que critica que "antes" los despieces se hacían en "condiciones lamentables" que, no obstante, pretende mejorar, como el resto de sus servicios. Para ello, la empresa busca modernizar las instalaciones, en las que ya se nota el paso de los años, y "adaptarse" a los controles pesqueros actuales.