Severino Ares Lago anunció esta semana su dimisión como presidente de la lonja de A Coruña tras doce años en el cargo. Ares también presentó su renuncia a la presidencia de la organización Pescagalicia-Arpega-O Barco y al patronato de la Fundación Rendemento Económico Mímino Sostible e Social (Fremss), los otros dos cargos que ostentaba. Su sucesor será Juan Carlos Corrás, hasta ahora gerente de Pescagalicia, que ocupará los tres puestos.

Ares explicó que renuncia a estas responsabilidades al considerar que, tras el hundimiento a comienzos de año de su pesquero de Gran Sol, el Novo Jundiña, su representación como armador carecía de sentido. Al menos, hasta que pueda sustituir el barco perdido.

La decisión, "absolutamente personal", como señaló el propio expresidente, fue aceptada hace casi tres semanas por la junta directiva de la lonja de A Coruña y ayer mismo por la de la organización de armadores coruñeses PescaGalicia-Arpega o Barco.

Su sucesor, Juan Carlos Corrás, manifestó a este diario su reconocimiento a la "ingente" tarea desarrollada por Severino Ares en el puerto coruñés. Corrás explicó que desea seguir el ejemplo de su antecesor, por lo que ahora mismo no se plantea modificación alguna en la dirección que este marcó ni en sus logros, que consideró "abundantes": "Seguir la línea establecida por Severino Ares no solo es dar continuidad a su tarea sino viabilizar un camino que se ha mostrado como el más adecuado para lograr los objetivos que nuestras entidades tienen fijados", aseguró.

El nuevo presidente participó esta semana en el congreso de la Fundación Fremss, en la lonja de A Coruña, donde tuvo ocasión de expresar las preocupaciones de la flota gallega a representantes de la Comisión Europea.

El Novo Jundiña de Severino Ares se hundió el pasado mes de enero en medio de una fuerte tormenta a unas cuarenta millas al noroeste de A Coruña mientras regresaba al puerto coruñés para descargar recurso capturado en Gran Sol. El helicóptero Helimer 401 de Salvamento Marítimo rescató con vida a los once tripulantes, que ya habían abandono el buque y se encontraban a bordo de las lanchas salvavidas. Las condiciones adversas del mar imposibilitaron salvar el barco, que se hundió rápidamente. El Novo Jundiña era un arrastrero de acero, 31 metros de eslora y una antigüedad de catorce años.