Tenemos raya, merluza sur, xarda, jurel, bacaladilla, rape, merluza de Gran Sol y, en este caladero, una reducción de la cuarta parte del gallo que teníamos. Es un resultado satisfactorio para la conselleira do Mar, a quien Dios en su santísima sapiencia entienda porque el arriba firmante, no lo logra.

Para la responsable del organismo de pesca de la Xunta, lo acordado en horas de debate e intercambio de ideas (a cada cual más disparatada), que la comunidad gallega mantenga sus posibilidades de captura en esas pesquerías es como para lanzar los cohetes de antes de la misa, de después de la misa, de la hora de comenzar a comer, del inicio de la fiesta y como no, los cohetes del fin de fiesta.

No ha tenido en cuenta, sin embargo, que hay unos centenares de barcos de cerco y artes menores que no podrán desplazarse a esos caladeros en los que es posible pescar las especies reseñadas, por lo que los armadores y tripulantes de tales embarcaciones deberán amarrar y anclar sus huesos en tiendas de campaña, otra vez y tras 94 días de fondeo en los jardines de San Caetano (Santiago de Compostela) de hace un año, para hacer visible su disconformidad con lo que acontece a la hora del reparto de las minicuotas que dejan para la bajura en pesquerías como las del gallo, la cigala y el jurel. Porque, siendo importantes y muy duros los recortes que se aplican para la flota de bajura gallega, más duro es tener que luchar de nuevo contra el sistema de repartos que, un año más (y así desde hace seis) serán de aplicación para una flota que tiene más agujeros que un cesto de mimbre.

Las mentiras se venden a corto plazo, pero serán caras a medio y largo. Y en San Caetano, reelegidos todos los miembros, todos, del Gobierno autonómico, es probable que comiencen estos a sentir el escalofrío de las protestas, los amarres indefinidos y hasta, tal vez, una nueva versión de la acampada que, hace 12 meses se producía a escasos cien metros de las paredes del edificio administrativo de la Xunta en la capital gallega.

Un sindiós.

El primer paso será a las 12.00 horas de hoy en las mismas campas compostelanas de San Caetano. La gente de la mar, la que tendría que entrar y salir diariamente de puerto, va a "levantar" un monolito con una placa conmemorativa que recordará (si alguien no lo impide) que allí, en esos jardines, mujeres y hombres de la mar que reclamaban cuotas y un justo reparto de estas, permanecieron casi un centenar de días sin más apoyos que los esporádicamente ofrecidos por caminantes desnortados, por alcaldes concienciados, por políticos efectistas o efectivos, pero sin una simple mirada cómplice de los que accedieron durante todo ese tiempo a sus despachos oficiales en un edificio que sirvió, hasta que se convirtió en sede de la Xunta, para curar las dolencias del personal enfermo de las fuerzas armadas, de la Policía y la Guardia Civil. Los que durante 94 días permanecieron en tiendas de campaña fueron ignorados por los encorbatados o señoras bien maqueadas que pasilleaban un día tras otro al calor de la calefacción central.

Al acto conmemorativo de hoy (también reivindicativo) están invitadas todas cuantas personas deseen asistir y mostrar su comprensión por lo sucedido a los marineros de la bajura gallega y asturiana a los que, una vez más, han dejado sin posibilidades de pescar gallo, cigala y jurel. Los suyos son barcos que no pueden acudir a otros caladeros en los que, al parecer, la bondad de la CE se ha extendido de forma manifiesta. A la bajura se le cierran los canales, que es lo que buscan en Bruselas, en Madrid y en Santiago desde hace una media docena de años.

Tintas, las venden tintas. Como las moras en verano.