No me lo creía. Pero al paso de los días, abandonando ya el año 2016, compruebo con sorpresa que sí es posible el entendimiento entre las que se podrían considerar las bases del sector pesquero comunitario, integrado éste por armadores, patrones, tripulantes de todas las artes de pesca de bajura y, obviamente, mujeres y hombres del marisqueo. Por esto, iniciado ya el año 2017, constato que esos pescadores y mariscadores de España, Portugal, Italia, Grecia, Reino Unido y Francia son capaces de caminar por sí mismos, alejados al parecer de cuanto lobbie se ha ido creando en las proximidades de los círculos de la pesca de la Unión Europea.

Se unen porque comprueban a diario que "solo" cuentan a la hora de hacer número como integrantes de tal o cual asociación; pero que estas no defienden lo suficiente los intereses de los más pequeños. Que ellos, los que menos pescan y menos ganan, no tienen más valedores que ellos mismos como sostenedores de un sistema de vida, de una actividad extractiva alejada de los grandes fondos, de las redes kilométricas, de los presupuestos de quienes estiman que el cerco ha de estar lejos incluso del atún rojo. Los van apartando a pesar de que contribuyen como cualquiera aquí y en Francia, Italia o Portugal; se negocian las grandes áreas de beneficio, pero no se tienen en cuenta las pequeñas ganancias que logran retener en las villas y pueblos costeras a decenas de miles de familias que, con sus más o menos escasas aportaciones sostienen al pequeño y mediano comercio, lonjas, cofradías de pescadores, sucursales bancarias y, en definitiva, ese ir y venir cotidiano que hace que la vida siga más allá de las ingentes cantidades de peces que pasan por las básculas que pesan camiones en lugar de cajas de quince kilos cada una de pescado del día.

La unión no está oficializada. Es cosa de semanas. Pero ya han logrado, entre todos, que algún que otro grupo parlamentario europeo se interese por su lucha. Han escuchado sus reivindicaciones. Han tomado buena nota y ha surgido la primera iniciativa a debatir en el Parlamento Europeo más allá del tríodo y de los formulismos y formalismos. Europa, la UE, está en el centro de todos los debates y centra las discusiones porque, de la Unión Europea, proceden las normas, las directivas, las normativas por las que ellos, los de la bajura del Reino Unido, de España, de Portugal, de Francia, de Italia, han de regirse para poder seguir viviendo y llevando a casa cada día el pan de sus hijos.

De esta Unión de Pescadores de Europa ha nacido, también, la primera propuesta de concentración en Bruselas de pescadores comunitarios. Nunca, hasta este momento, se ha realizado un planteamiento igual. Tampoco tienen fecha concreta, porque esperan sumar a su protesta la de los agricultores y ganaderos de esa gran Unión Europea. Pero será, sin duda, este mismo año, afirman. Posiblemente, antes de la primavera que viene.

¿Para qué? Pues, simple y llanamente: para dar fe, en primera instancia, de que existen y de que se les debe tener en cuenta. Más allá de todo esto, para reclamar lo que consideran les corresponde en justicia: poder opinar y que sus opiniones, al igual que las de los científicos y organizaciones de grandes armadores, se tengan en cuenta.

¿Qué quieren que les diga? Son sus armas. Tienen sus razones. Y la unión hace la fuerza.