El Brexit mete miedo. Mucho más del que inicialmente había levantado en el sector pesquero español, sumamente dependiente de las aguas que corresponden a un Reino Unido que se quiere "desvincular" de la que fue, y ya casi no es, Unión Europea.

El recién nombrado secretario general de Pesca -sustituto del gallego Andrés Hermida (que, dicen, vuelve a la Xunta)- Alberto López-Asenjo, se fue a Bruselas a detallar sus cuitas al director general de Asuntos Marítimos y Pesca de la Comisión Europea, el portugués Joao Aguiar Machado, tratando de hallar -es de suponer- el eco debido entre las 400 personas que conforman la plantilla de la DG Mare, para que los planteamientos de solución a la salida de los británicos de la Unión no afecte exclusivamente a la disponibilidad de cuotas (que también) sino que se vincule al acceso a las aguas hasta ahora compartidas por la UE pero que serán de la exclusiva responsabilidad del Reino Unido cuando este país se "libere" de las ataduras comunitarias para volver a ser lo que históricamente ha sido: una isla atlántica.

Otra cuestión en la agenda de López-Asenjo: el acceso al mercado y que no se produzcan males mayores para los operadores españoles.

Para empezar no es un menú muy digerible, porque hay mucha espina de por medio. López-Asenjo tiene ahí un buen toro para lidiar y para demostrar su capacidad negociadora. La DG Mare es la organización comunitaria encargada de la aplicación de la Política Pesquera Común (PPC) y la política marítima, y España precisa de argumentos más allá de su condición de Estado Miembro para jugar sus bazas emanadas estas de unas regiones que, como es Galicia, tanto dependen de la actividad pesquera.

A ver si los contactos del nuevo secretario general de Pesca le permiten transitar con seguridad por los pasillos de la Comisión Europea. España necesita soltura en Bruselas, después de años de tan solo mover la cabeza en plan Ángel Síseñor. Algo tendrá que poner ahora sobre la mesa y que no sea el testimonio de su resuelta europeidad.

El Reino Unido se va de Europa. Es su problema. Pero también el nuestro.