Es evidente que Galicia no sabe venderse adecuadamente como potencia pesquera, ni vende con criterio aquello que pesca. Es así, a pesar de que todo el mundo se hace lenguas de la calidad excepcional del pescado y marisco procedente de Galicia y del reconocimiento internacional de la tarea que desarrollan los marineros de esta tierra nuestra.

La comercialización es la asignatura pendiente.

Lo es, a pesar de lo mucho que se ha avanzado en los últimos 20 o 25 años. Y es que aquí, en Galicia, todavía hay muchos que creen que "el buen paño, en el arca se vende".

Si Galicia supiera vender lo que su potencial pesquero ofrece, no solo sería en este momento esa pieza importante que todos dicen es en el engranaje pesquero de España y Europa, sino que dejaría de depender de lobbies ajenos que representen nuestros intereses en, por ejemplo, la Unión Europea. Si el minifundio -heredado, sin duda, del que siempre ha existido en nuestra concepción de la agricultura de supervivencia- que existe hoy en día en los sistemas productivos que intentan rentabilizar el pescado y el marisco que aquí se captura o procesa, abandonara de una vez ese sentimiento de la propiedad personal para dar pasos en el sentido de lograr propiedades de todos -lo están haciendo en Acerga con el reparto de cuotas para todos- Galicia pitaría fuerte -¡y de qué manera!- allí donde, por no saber de nosotros, ni siquiera conocen nuestros sistemas de pesca (como ha evidenciado la Comisión Europea cada vez que se refiere a la pesca artesanal o la pesca de bajura).

Pescamos lo que nos dejan, cierto; pero sabemos pescar. Lo que no sabemos hacer es vender adecuadamente aquello que pescamos y todo parte de la creación de una red adecuada que permita esa deseada comercialización y, ya en origen, plantear de una vez por todas las posibilidades que ofrece la propia Unión Europea: las cuotas transferibles entre estados miembros, que Galicia podría forzar simplemente ejerciendo su papel preponderante en el sector de la pesca española para que la Administración central base sus planteamientos sectoriales en los que emanen de la comunidad gallega. Porque Madrid no nos representa adecuadamente y porque Madrid plantea unos sistemas de reparto de cuotas que para nada cuentan en una Galicia pesquera que no encuentra en la capital de España el eco que ese su potencial real merece.

Véase lo que hacen los vascos, cuya aportación a las cifras nacionales de pesca y marisco para nada son comparables a las de Galicia. Pero saben vender lo que pescan. Y de tal saber les viene la fuerza y el reconocimiento, y de aquí la aplicación de un reparto que, verdaderamente, si a ellos les corresponde, mucho más tendría que corresponder a Galicia por su flota y su dependencia de la pesca.

Los autónomos comercializadores es hora de que se unan para posicionarse adecuadamente en el contexto comunitario.

Ya no se pueden plantar patatas para consumo propio. Ni la agricultura, ni la pesca de supervivencia tienen papel que jugar en la Europa actual (con o sin Brexit).