He tenido la oportunidad de convivir -en más de una ocasión- con las tripulaciones de los helicópteros de rescate de la Xunta o los de Salvamento Marítimo para conocer su tarea diaria. He podido, asimismo, conocer su problemática laboral. Incluso puedo decir que he perdido uno de los buenos amigos que en tal servicio de salvamento marítimo he tenido, muerto en acto de servicio en las islas Canarias (de donde había venido a Galicia para pilotar el vetusto Helimer Galicia). Y en todos y cada uno de esos hombres he visto lo mismo: el afán de servicio, el deseo de ayudar, el empeño en rescatar a aquellos que están en peligro, sin tener en cuenta muchas veces el riesgo que tal acto conllevaba para sus propias vidas.

Lo que los profesionales de la mar -tanto en la pesca como en la marina mercante- saben muy bien es que, desde hace cerca de 30 años, Galicia dispone de un servicio de salvamento en la mar que, a pesar de muchas vicisitudes adversas -exceso de horas de vuelo, materiales en ocasiones poco fiables para el trabajo en el que han de ser usados y que siempre tienen que ver con vidas en peligro, aeronaves inadecuadas, promesas incumplidas, etc. -ha cumplido un excelente trabajo que no siempre ha sido reconocido en la medida adecuada.

Curiosamente, tales reconocimientos han llegado siempre de organismos o entidades que nada o casi nada tienen que ver con la comunidad gallega, como ahora ocurre con la Federación Internacional de Pilotos de Líneas Aéreas que, el próximo 6 de mayo entregarán en Montreal (Canadá) el premio Polaris a los tripulantes del Pesca 2 del Servizo de Gardacostas de Galicia, que será recogido por Philip André y Carlos Ferreira (comandantes), David Abad (copiloto), Brian Chouza y Antonio López-Cerón (operadores de grúa) y Daniel Fernández (rescatador) por su meritoria entrega en las tareas de rescate realizadas en el buque Modern Express (22 tripulantes) y el pesquero Gure Uxua (12 tripulantes).

Galicia fue, con la aparición en los cielos de los helicópteros Pesca 1 y Pesca 2, pionera en la prestación de este tipo de auxilio a la gente de mar. Vino posteriormente el Helimer Galicia. Las tres aeronaves han intervenido en muchas ocasiones en acciones de salvamento sumamente arriesgadas y algunas de ellas efectuadas en circunstancias límite. Quienes las llevaron a cabo tenían -y tienen- conocimiento de ese riesgo. Y aún así, actúan como si no existiera.

Sé que hay quien considera que ha habido fallos (y los propios rescatadores los interiorizan), como existen también personas que entienden que tales riesgos van implícitos en sus emolumentos. Pero el salvamento marítimo, como el servicio de bomberos y otros que desempeñan las fuerzas de seguridad, los profesionales sanitarios, etc. debiera contar -al menos en Galicia- con un reconocimiento más evidente por parte de quienes son el objetivo primordial de las acciones de salvamento de un pequeño grupo de personas dedicadas full time a velar por sus vidas. Y no hablo de homenajes (que a nada conducen) sino al simple reconocimiento del valor de su trabajo tanto en el aire como en la mar. Porque, a la hora de la verdad, todos están ahí, haciendo piña, para salvar vidas.

Por mi parte, un simple "gracias" por lo que hacen.