Están presentes en todos los mares y océanos y pueden llegar a resultar muy perjudiciales para los ecosistemas, a pesar de lo cual apenas hay estudios que certifiquen su efecto nocivo sobre el medio marino, en el que están cada vez más presentes.

Los microplásticos son pequeñas partículas de plástico de menos de cinco milímetros que no eliminan los sistemas de depuración de aguas residuales y que pasan a formar parte del alimento de los peces y, por tanto, de la cadena alimentaria. El estudio del impacto de estos minúsculos fragmentos, sin embargo, apenas acaba de comenzar y su metodología no está unificada, lo que preocupa a los científicos. "Es muy difícil saber dónde hay más porque se mide con criterios diferentes, pero se sabe que están por todos lados", explica la responsable de Medio Marino de la organización Ecologistas en Acción, Tania Montoto. La ONG apunta a que hay constancia de plásticos desde los cañones submarinos hasta las playas y costas, aunque no es posible precisar su incidencia en España.

La procedencia de estas pequeñas partículas lesivas son dos: aquellas que se manufacturan con un tamaño microscópico y aquellas que se forman a partir de la degradación de plásticos de mayor tamaño, que desde mediados de siglo se producen mucho más, según la clasificación que la asociación Ecologistas en Acción proporciona en el informe Basuras marinas, plásticos y microplásticos: orígenes, impactos y consecuencias de una amenaza global.

Algunos microplásticos se usan, por ejemplo, en la impresión en 3D o en las microesferas de algunos productos de cosmética y se incorporan tras su uso a la red de alcantarillado, que no los filtra. Los pellets -partículas de entre dos y cinco milímetros para elaborar plásticos de mayor tamaño- representan, según la ONG, una importante entrada de este material a los océanos como consecuencia de los derrames accidentales en el transporte o la manipulación.

Las partículas también se generan a partir de la degradación de plásticos más grandes expuestos a condiciones externas como la radiación solar. Ecologistas en Acción ilustra el impacto de las acciones cotidianas en la generación de microplásticos con un ejemplo: en un solo lavado de prendas sintéticas, se pueden liberar más de 1.900 fibras de micropartículas.

La adaptación de los seres vivos a los cambios que se producen en su entorno necesita tiempo para producirse. Según las investigadoras de Instituto Español de Oceanografía (IEO), Salud Deudero y Carme Alomar, los organismos marinos consiguieron adaptarse a los cambios de las condiciones ambientales (temperatura, pH, salinidad, CO2, carbonatos...) y sus mecanismos fisiológicos evolucionaron para hacer frente a estos cambios. Sin embargo, los plásticos son sustancias nuevas para las diferentes especies que viven en los mares, presentes en su hábitat durante menos de 100 años. Esto provoca que los organismos no tuviesen tiempo a adaptarse a estos materiales y, advierten los científicos, al ritmo veloz al que estos materiales aumentan en el medio ambiente, pueden llegar a no hacerlo nunca.

El principal problema de los microplásticos es que la mayor parte de los organismos marinos son susceptibles de ingerirlos, desde corales hasta cetáceos. Las partículas de menor tamaño son generalmente eliminadas sin llegar a causar ningún daño, mientras que las más grandes pueden obstruir el paso por el tracto intestinal y limitar su alimentación, lo que provoca una debilitación de la salud de las especies.

Los microplásticos que ingieren los organismos de los eslabones más bajos de la cadena alimentaria -como el zooplacton- provoca que formen parte de la alimentación de las aves marinas y los mamíferos y, según Tania Montoto, ya llegaron al plato.

El trayecto que recorren los microplásticos es doblemente peligroso en tanto que también actúan como vectores de contaminantes químicos. Estos elementos influyen en la movilidad, la reproducción, el desarrollo y en los sistemas neurológicos e inmunológicos de los organismos, aunque el grado de afectación varía en función del tiempo que están en contacto con ellos. "El plástico es un material muy útil, pero dependiendo del aditivo que se le añada puede convertirse en un problema porque las partículas contienen químicos que se trasvasan al medio y a los organismos", aclara la responsable de Medio Marino de la ONG.

Los microplásticos también actúan como hábitats en el medio marino. Los pequeños invertebrados, virus y bacterias pueden ser transportados grandes distancias una vez colonizan estos medios, que generan nuevos ecosistemas.

Los nanoplásticos

Hay un tipo de plásticos que pueden ser incluso más pequeños y peligrosos que los microplásticos: los nanoplásticos. Con menos de una micra -millonésima parte de un metro- de volumen, son menos conocidos aunque debido a su tamaño podrían resultar los más perjudiciales. Los estudios apuntan a que su dimensión les permite introducirse en las membranas celulares y alterar sus funciones, lo que unido a su capacidad de absorber contaminantes favorece el transporte de compuestos tóxicos a través de las propias estructuras celulares.

Los nanoplásticos tienen una elevada superficie en relación con su área, por lo que retienen compuestos orgánicos tóxicos o metales pesados concentrados en mayor proporción que los microplásticos, lo que es mucho más peligroso para los organismos que los ingieran según explica Ecologistas en Acción.