Alguien marca goles en flagrante fuera de juego. El arriba firmante no tiene claro si el árbitro del partido entre los pescadores y la pesca comunitaria es la Unión Europea o las organizaciones ecologistas. Y no está claro porque el juez comunitario que es la Comisión Europea (con jueces de línea o de banda como el Consejo de Ministros de Pesca y el Parlamento Europeo) establece unas normas que, siendo válidas, al parecer, para los equipos que juegan la Champions League de la Pesca Europea, no lo son para las organizaciones ecologistas de forma más que evidente.

Por ejemplo: en el seno de la Unión Europea se sostiene, como norma que nadie puede saltarse, que el Rendimiento Máximo Sostenible (RMS) ha de regir el principio fundamental por el que un país como España habrá de pescar y hacerlo sin poner en peligro ese RMS.

Pero las organizaciones conservacionistas suman incluso cuando restan y hablan de sobreexplotación de la pesca en aguas comunitarias para condenar no solo a quien consiente que se pesque, sino a los propios pescadores, a los que culpabiliza del estado deplorable en el que se hallan las distintas pesquerías de las que los pescadores viven y gracias a las cuales vivimos los consumidores de pescado.

Se dice -supongo, con permiso, que con datos bien contrastados- que solo en aguas comunitarias se pescan anualmente cinco millones de toneladas de peces. Esto es sobrepesca: pero no dicen cuál es el rendimiento máximo sostenible de tales pesquerías. Porque lanzar a los cuatro vientos que hay sobrepesca en el Mar del Norte y en el Atlántico Noreste -y ya no digamos en el Mediterráneo, donde afirman que el 90% de las poblaciones de peces están sobreexplotadas- sin hacer referencia a cuánto ha quedado sin pescar, es decir, cuántos miles o millones de toneladas de peces continúan reproduciéndose, formando reclutas que "cuajen" en peces adultos dispuestos para ser capturados, es como hablar de pobres en todos los grados para demostrar que el mundo está en quiebra técnica.

Los niveles de pesca en el mundo indudablemente son altos. Pero es que la demanda de pescado es también cada vez mayor. ¿Deben quedar sin comer pescado los ciudadanos de países terceros por el mero hecho de que el RMS en su país no alcanza los límites que se imponen en, por ejemplo, la Unión Europea? ¿Han de dejar de pescar esos países terceros que exportan buena parte de sus capturas a países supuestamente ricos como la UE para que los barcos de ésta dejen de pescar en aguas comunitarias? Si pescan esos terceros países en sus aguas, ¿no contribuyen a la sobreexplotación pesquera que los ecologistas achacan a las flotas comunitarias? ¿No es verdad que no solo son las aguas de la Unión Europea las que padecen esa supuesta sobreexplotación? ¿Qué ocurre en aguas marroquíes, en aguas senegalesas, en aguas mauritanas, en aguas namibias, en aguas del Índico, del Pacífico...?

Cinco millones de toneladas de peces por año son muchos peces de Dios, evidentemente. Pero con una ordenada actuación, con planes de recuperación adecuados, el mar es capaz de darnos sorpresas cada poco tiempo. Véase, sino, la anchoa o la merluza, que son especies objetivo de flotas de muchos países de la UE.