El remolcador Ibaizábal Cuatro remolcó del puerto de Marín al Cornide de Saavedra, el que en su día fuera buque insignia del Instituto Español de Oceanografía (IEO), que ha sido subastado y se jubila de la mar en un destino que el IEO dice desconocer.

El Cornide de Saavedra fue en su momento el buque de mayores dimensiones y mejor equipado del país, con una gran capacidad multidisciplinar que, además, hasta su último año ha sido también una plataforma de formación, en la que han participado prácticamente toda la comunidad oceanográfica nacional. Este buque, fue considerado además como Infraestructura Científica y Técnica Singular (ICTS) desde 1995 y ha desarrollado en promedio más de 200 días al año de campaña sin contar tránsito. En septiembre de 2013 dejó de prestar servicio de forma continuada en campañas oceanográficas, que han sido trasladadas a otros buques. En septiembre de 2014 desarrolló su última actividad, que tuvo como objetivo la intercalibración con otros buques en el contexto del programa Demersales.

La nave recibió una despedida oficial el año pasado, en la que los responsables del IEO destacaron su importancia para la investigación y la formación de científicos marinos en las últimas décadas. Desde ese adiós pasó varios meses amarrado en el muelle de reparaciones del puerto de Marín, solo para ponerlo a punto para su última travesía. El astillero Nodosa es el encargado del mantenimiento de los buques oceanográficos españoles.

Tras la jubilación del Cornide de Saavedra, el Instituto posee ahora una flota de cinco buques oceanográficos (además de otras embarcaciones menores) de entre 14 y 65 metros de eslora. Son el Ramón Margalef, Francisco de P. Navarro, J.M. Navaz, Lura, y Ángeles Alvariño. Todos están dotados de los más modernos sistemas electrónicos de navegación y situación, así como de los medios necesarios para recoger muestras, tanto de agua como de sedimentos, de determinación de variables físicas y químicas del agua de mar, y para los estudios de flora y fauna marina.