El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Vigo ha logrado descifrar el "cóctel climático" que provoca que el mejillón producido en Galicia alcance un nivel de carne más alto. En concreto, el investigador Xosé Antón Álvarez explicó que los inviernos secos, un adelanto de la primavera y los vientos del noroeste en verano intensos y frecuentes ayudan a que el bivalvo crezca más rápido. Con estos resultados se dota al sector de una valiosa información de cara al futuro. Ahora, los expertos están analizando los resultados en el caso de las Rías Baixas, que pese a que esperan que sean muy parecidos, creen que puede haber cambios por el aporte de agua dulce en esta zona.

Gracias a los datos recogidos durante una década (entre 2002 y 2012) en la ría de Ares-Betanzos por la empresa Proinsa, Álvarez y su equipo encontraron "un patrón" en los años en los que el bivalvo tenía más carne y, por ende, adquiría un mayor valor para la firma. "Primero nos fijamos en qué cambios se producían cada mes y luego vimos si esto se repetía año a año", indica.

Entendiendo que los mejillones son "altamente sensibles a los cambios en las condiciones climatológicas", los investigadores encontraron que los aportes de agua dulce de los ríos (fuente de alimento) afectan inversamente al rendimiento anual medio de la carne; los vientos del noroeste presentan efectos positivos en el aumento del rendimiento en carne en primavera y verano y la radiación solar, que determina el desove de primavera, afecta al inicio de la recuperación del rendimiento en carne, con el que se inicia la época central de cosecha.

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Pese a que estos descubrimientos se pueden trasladar a las Rías Baixas, "es necesario hacer un trabajo allí también". Esto es debido, sobre todo, a que el aporte de agua dulce es diferente. Por este motivo, la Asociación de Productores Mejilloneros de Cabo de Cruz (Asmecruz) lleva ya tres años recogiendo datos para, posteriormente, entregarlos al equipo de Álvarez. "Es necesario esperar al conjunto de datos, que pueden dar un resultado diferente", concluye.

El estudio se enmarca en el proyecto europeo ClimeFish (iniciado en 2016 y que se desarrollará hasta 2020) en el que participa el CSIC a través de dos grupos de investigación del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM): Geoquímica Orgánica y Ecofisiología de Bivalvos. Los resultados fueron publicados en la revista Ecological Indicators.

Con un total de cinco millones de euros, el proyecto está coordinado por la Universidad de Tromsø (Noruega) y su objetivo es pronosticar y ofrecer pautas de actuación ante el impacto del cambio climático en 25 especies marinas y continentales de interés comercial para Europa.