Los científicos del centro ictiogénico (de desarrollo) de O Veral (Lugo) consiguieron obtener en el último año 45.000 juveniles de mejillón de río o náyades con una tasa de supervivencia del 95%. La importancia de esta especie radica en el filtrado de agua que realiza, ya que un solo ejemplar de 65 milímetros es capaz de colar un litro de agua por hora y limpiarlo de impurezas que van a parar al lecho del río. Los mejillones de agua dulce eliminan las bacterias, las partículas de materia orgánica en suspensión y las algas y son "puntos calientes" de producción en el ecosistema acuático. "La sociedad no cuestiona el importante valor económico del mejillón de mar como recurso para Galicia pero éste no se le reconoce a una especie no comercial como las náyades porque el coste de la biodiversidad no entra en los sistemas de contabilidad al uso", denuncia Paz Ondina, investigadora del grupo de Conservación de Peixes e Moluscos de la Universidade de Santiago de Compostela (Copemol).

Este mejillón fue muy abundante en los ríos gallegos, pero actualmente solo la población del río Eo -la mayor en la comunidad- manifiesta un grado de reclutamiento "signitificativo". "Es la única que da esperanzas", lamenta Paz Ondina. "El número de juveniles vivos triplica la cantidad estimada de adultos en toda la cuenca del Ulla", señala la investigadora, en referencia a los 70.000 ejemplares que obtuvieron desde el inicio de los cultivos en el marco de un proyecto para recuperar la población en este río en 2012.

La científica explica que en el medio natural el éxito de la especie está "muy comprometido", ya que incluso en las mejores condiciones se estima que tan solo una de varios millones de larvas llega a convertirse en adulta. El mejillón de río ( Margaritifera margaritifera) se caracteriza porque debe ser inhalado por un salmónido autóctono (como truchas o salmones) para desarrollarse en las branquias del pez durante nueve meses. Estos bivalvos, que apenas alcanzan el medio milímetro cuando los expulsan peces infestados, pueden llegar a los 100 años de vida. Los problemas de reclutamiento que sufre la especie en el medio natural "obligan", según Ondina, a criarlos en cautividad hasta que alcanzan un tamaño suficiente para sobrevivir, ya que sufren unas "altísimas" tasas de mortalidad en las primeras etapas de vida.

Los investigadores acaban de finalizar la cosecha de este año y de momento observan que la supervivencia es "buena", aunque descartan la posibilidad de soltar los juveniles en el río porque no es posible realizar un seguimiento de su evolución. "Liberamos peces infestados en canales cerrados hasta el momento en que soltaron las semillas y después se dejaron ir al río", explica Ondina, que asegura sin embargo que habrá que esperar "mucho tiempo" para comprobar si sobrevivió alguno de los individuos, ya que viven enterrados varios años hasta salir a la superficie una vez alcanzan los dos centímetros.

La científica del grupo Copemol indica que los ejemplares de mayor edad que tienen en la planta proceden de una infestación de peces realizada en septiembre de 2012 y que recogieron en la primavera de 2013. Ninguno de ellos supera todavía el centímetro, por lo que liberarlos al río sería como "perderlos" porque no es posible marcarlos para hacer un seguimiento de su evolución.

Galicia es la zona del sur de Europa con mayor número de poblaciones de mejillón de río, aglutina el 80% de las que hay en España y la planta de O Veral -gestionada por la Dirección Xeral de Conservación da Natureza, dependiente de la Consellería de Medio Ambiente- es la única de cultivo en la Península Ibérica. "Hubo un intento en Portugal de crear una estación de cría que no tuvo continuidad y otras comunidades como Asturias o Castilla y León ya mostraron interés en seguir nuestros pasos", explica Ondina. Existen, sin embargo, dos estaciones en España que cultivan otras especies de náyades: en Aragón crían la margaritona ( Margaritifera auricularia) y en Cataluña consiguieron producir la denominada Unio mancus.

El proyecto

La Fundación Biodiversidad del Ministerio de Pesca y la Universidade de Santiago de Compostela cofinancian al 50% el estudio, que tiene un presupuesto de 900.000 euros, aunque la investigadora lamenta que la duración de estas iniciativas -un año- obliga a pensar desde el principio en nuevas estrategias para captar fondos y darles continuidad.

El proyecto incluye diferentes disciplinas científicas: genética ("imprescindible" en los planes de cría), química física (seguimiento ambiental y control de las variables que llevan al declive), microbiología, toxicología o histología. "La misma acuicultura, enfocada generalmente para la explotación, se encuentra aquí aplicada a la conservación", celebra Ondina.

El cultivo se inició en el año 2012 como parte del proyecto Life Margal Ulla para la recuperación de las poblaciones de Margaritifera margaritifera y Galemys pyrenaicus en la cuenca del río Ulla (2010-2016 ), que coordinó la Dirección Xeral de Conservación da Natureza con la participación de Augas de Galicia y la USC y en el que el grupo Copemol se encargó de iniciar el primer plan de cultivo en España. Una vez finalizó, la Fundación Biodiversidad decidió apoyar la continuación del proyecto en su convocatoria pública del año pasado.