Hace nueve meses, la directora xeral de Pesca, Acuicultura e Innovación Tecnolóxica, Mercedes Rodríguez, señalaba en su toma de posesión de este cargo que, en el campo de la acuicultura, lo que se haga a este respecto será siempre "estando al lado del sector y contando con su apoyo y colaboración". Previamente, Mercedes Rodríguez se refirió a la pesca como "un sector que tiene futuro en Galicia y que tiene que seguir siendo el motor de nuestra comunidad autónoma". Fue tan optimista en esa ocasión que mostró su confianza en que "los sectores del mar de Galicia salgan adelante e incluso más reforzados".

Nueve meses después de tales afirmaciones, nada ha cambiado excepto el replanteamiento de los proyectos de futuro en la acuicultura, que se están revisando y, como es habitual, sin contar para nada con el apoyo y colaboración del sector pesquero y marisquero.

La directora xeral de Pesca pasa por su departamento, después de una exitosa trayectoria de años al frente de la OPP-Lugo, con una cierta contradicción: no digo que acuicultura y pesca no puedan ser compatibles; pero pongo en duda que, con las ayudas que se están otorgando al sector acuícola y la publicidad interesada en la promoción de los peces criados en jaulas o piscifactorías, el de la pesca pueda sentirse satisfecho.

Y todo, a mi escaso entender, porque hay quien considera que ayudar al sector pesquero es ofertar premios económicos al desguace de buques, objetivo al parecer primordial para la Xunta porque, se dice, las distintas pesquerías no son suficientes para cubrir los objetivos de las distintas flotas.

Hace cuatro años se celebraba en toda la Europa comunitaria la reforma de la Política Pesquera Común (PPC). Tal celebración se produjo después de muchos años de fracaso en la gestión. Y la PPC quería significar el fin de la sobrepesca con plazos muy severos (?) para alcanzar este objetivo. Algunos ministros de Pesca de los estados miembros matizaron: "necesitamos unos años más para hacerlo de forma gradual".

Galicia se ha subido al carro de los falsamente contentos con la PPC y su forma "gradual" de cumplir con el deseo de la UE (¿por qué hay que estar siempre de acuerdo con la Unión Europea en materia de pesca?) es renunciar a uno de los pilares fundamentales de su economía y condición social: la pesca no se puede practicar sin barcos.

Ha optado la Xunta por el desguace y por apoyar abiertamente a la acuicultura en lugar de pelear en el Parlamento Europeo y en las más altas instancias comunitarias, incluidas las delegaciones de los distintos partidos representados en la Eurocámara, para lograr determinadas modificaciones que, aún sin beneficiar abiertamente a Galicia, sí tengan una consideración a la realidad de esta comunidad autónoma: su dependencia de la pesca, del mar. Porque ¿habrá en Europa una zona que viva tan en comunión con la pesca como Galicia?

Si la UE ha tenido siempre la mano tendida a países en cuya economía la agricultura o la producción lechera son fundamentales, ¿por qué Galicia no puede reclamar el mismo trato como país pesquero? Evidentemente, primero tendría que convencer al Gobierno español de la necesidad de tal defensa y tal vez ahí esté el hándicap. Porque aun siendo gobernados por el mismo partido Galicia y España, para el Gobierno de Madrid Galicia no es otra cosa que un semillero de votos y estos los tienen asegurados responda como responda a las necesidades de los gallegos.

Entre las prioridades del Gobierno y de la Xunta parece haberse establecido la acuicultura. Sobran barcos y puede que sobren marineros (excepto a la hora de que estos voten). Quizá no entren en sus planteamientos poblaciones como Cedeira, Cariño, Portosín, Ribeira, Muros, Fisterra, Lira, Burela, Celeiro, Portonovo, Malpica, etc, en donde la PESCA tiene carta de naturaleza para su economía. El tiempo dirá qué respuesta darán a sus formulaciones de un futuro sin pesca cuando los responsables de esos municipios caigan en la cuenta de que los problemas de la pesca no se solucionan con los peces de cultivo ni con al desguace de buques.