Las consecuencias de la tormenta Ophelia se notan con especial intensidad en Irlanda y la prensa del país ya la califica como "la peor" de los últimos 50 años. La flota gallega que pesca en los caladeros del Gran Sol -localizados al sur del país- permaneció ayer amarrada en puerto ante la virulencia de este fuerte temporal, que impidió desarrollar cualquier tipo de actividad pesquera durante la jornada.

"La recomendación era que las embarcaciones pesqueras permaneciesen atracadas a partir de las 12 del mediodía debido a una situación meteorológica marcada por una borrasca instalada sobre Gran Sol y por unos vientos muy superiores a los 100 kilómetros por hora", declara el gerente adjunto de la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI), Hugo González. En esta situación estuvieron ayer alrededor de medio centenar de las cerca de 80 embarcaciones pesqueras gallegas que trabajan habitualmente en aguas de Gran Sol.

Dos de los 16 buques del puerto de Burela que trabajan en estos caladeros regresaron procedentes de la zona, según fuentes del Puerto de Celeiro. Una situación idéntica a la registrada en el sur de la comunidad, donde barcos como el Udra, el Novo Morriña y el Skellig Light II se toparon con el temporal ya en su viaje de regreso, aunque finalmente pudieron desembarcar sin mayores incidencias en el puerto de Vigo. Este muelle gallego tiene previsto recibir más embarcaciones procedentes de Gran Sol a lo largo de los próximos días.

Los partes meteorológicos prevén que, tras dejar atrás el sur de Irlanda, la tormenta Ophelia abandone el territorio irlandés y continúe su avance, aunque con menor fuerza, en dirección noreste hasta tocar tierra este mediodía en Escocia.

Este desplazamiento de la borrasca desde los caladeros de Gran Sol provocará que la virulencia con la que golpean los vientos remita, lo que abriría la puerta a que algunos patrones decidan salir a pescar. "Una vez que la borrasca se aleje del sur de Irlanda, podría replantearse la posibilidad de salir a faenar", asegura González. Las previsiones meteorológicas que reciban los buques esta mañana marcarán el sentido de esta decisión. "Corresponde a los patrones decidir si consideran que sus barcos están preparados para trabajar en situaciones de viento algo más ligero", aseguró una fuente del sector.

La flota de litoral

El temporal de nivel naranja que afecta al litoral gallego y que causa olas de entre cinco y seis metros obligó a parte de la flota a permanecer ayer amarrada. Según confirmaron fuentes de diferentes cofradías, el mal estado del mar afecta de forma particular a los barcos de las provincias de A Coruña y Pontevedra. Tan solo "dos o tres" embarcaciones de Cariño, Cedeira, Muxía, Porto do Son o Fisterra salieron a trabajar, mientras que en Malpica lo hicieron todas las unidades y en Camariñas, ninguna. La situación en Pontevedra, sin embargo, es más complicada. Las flotas de Baiona o Marín estuvieron amarradas y en Bueu prácticamente todos los barcos permanecieron en puerto.