El Instituto de Investigacións Mariñas (IIM) estudia desde 2015 la posibilidad de crear una "biorrefinería de cuarta generación" para la elaboración de biocompuestos procedentes de los productos de la pesca. El científico Luis Taboada, que trabaja para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), del que depende el IIM, presentó ayer un seminario sobre esta materia y avanzó que los investigadores estudian la actualización de la planta piloto de Marín (Pontevedra) sobre descartes para crear una biorrefinería para desarrollar las pruebas.

El objetivo es atajar los problemas a los que se enfrentará el sector pesquero a partir del 1 de enero de 2019, la fecha en la que entrará en vigor la obligación de desembarque, una normativa que obliga a llevar a puerto todas las capturas realizadas por la flota y que el sector denuncia que podría obligar a los buques a amarrar.

Una vez se pesquen los recursos, explicó Taboada, es necesario buscarles un valor añadido. El secreto puede estar en la biorrefinería, que permitiría obtener productos a partir de las especies que no se podrán descartar, y a las que el sector encuentra una difícil salida a nivel económico, o de los restos de aquellos pescados y crustáceos que sí son transformados. Con ello se podrá obtener gelatina, colágeno, ácido hialurónico y otros productos válidos para la venta.