Una estrategia? No me extrañaría nada. Todo por acabar cuanto antes con esta situación y volver a pescar en vez de permanecer mano sobre mano a la espera de que las autoridades argentinas determinasen qué sanción económica aplicar al armador y capitán de pesca del Playa Pesmar Uno y si confiscar o no todo o parte de las 320 toneladas de pescado fresco que el buque lleva en sus bodegas. Esto puede entenderse perfectamente, a pesar de las seguridades ofrecidas anteriormente por los tripulantes y los armadores del buque en el sentido de que no pescaban sino que realizaban la conocida como navegación o paso inocente por aguas del país austral, esto es, sin calar los aparejos.

La Prefectura Naval Argentina no demostró que el barco hubiera pescado, pero al haber admitido los armadores que, "por error", el Playa Pesmar Uno había sobrepasado la divisoria de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) argentina unos 700 metros y que había pescado durante un par de horas, inevitablemente cierra todas las puertas hasta entonces abiertas para poder litigar adecuadamente. Se podría librar, qué duda cabe, de una sanción importante; pero no sé hasta qué punto es bueno el reconocimiento del delito.

Argentina no olvida lo ocurrido hace más de veinte años, cuando sus patrulleros o guardacostas perseguían a los barcos españoles -en su mayoría gallegos- más allá de las 200 millas de su ZEE. Apresados y muchas veces vejados los tripulantes, no siempre han podido demostrar las autoridades argentinas los incumplimientos de los que acusaban a la flota española, la flota de la "madre Patria". Una actitud que siempre se evidenció como la más adecuada a los intereses, de puertas adentro, para un Gobierno que no siempre halló respuestas favorables a sus planteamientos por parte de los gobernados.

Persiguiendo, hostigando a los barcos de una potencia extranjera como la española, acallaban el griterío en las calles y ofrecían titulares a la prensa que los argentinos devoraban cada mañana esperando encontrar en ella salidas a las cuitas suscitadas en el devenir diario.

Ahora ya tienen el rábano por las hojas y toca espolvorear la hortaliza para que la tierra se desprenda de ella. Otros barcos seguirán, ya se comprobará, al Playa Pesmar Uno. Siempre fue así. Se vivió en Argentina y se vivió en Terranova por parte de Canadá; pero ya antes puso en práctica el sistema todo un país amigo como Marruecos y, posteriormente, otros "amigos y aliados" como Irlanda, Reino Unido y Francia: la flota española de altura y gran altura molestaba y molesta. Y tomaron buena nota otros países africanos, sabedores de que la aprehensión de barcos era un negocio rentable, con causa o sin ella.

Es lo que tiene que pagar un país que, como en el caso de España, carece de plataforma pesquera y dispone todavía -a pesar de los pesares- de una flota que otros países quisieran para sí. Como también quieren, mire usted, a los profesionales de la pesca que se forman y ejercen como tales allí donde nos dejan la UE y las múltiples organizaciones pesqueras internacionales que siempre están ojo avizor cuando de una barco español se trata.

Pero Argentina sigue sin aclarar desde dónde empieza a contar realmente para medir las 200 millas de su Zona Económica Exclusiva. De esta manera siempre podrá apresar a un incauto barco español. No hacen lo mismo con los chinos o los coreanos, tal vez porque de incautos no tienen nada y su Patria para nada tiene que ver con la de los chinos y japoneses.