Los bivalvos recolectados en la ría de Noia son totalmente diferentes a los de la de Aveiro y tampoco se parecen a los de Arousa. Así lo comprobaron científicos de la Universidade de Aveiro, que descubrieron que el músculo que cierra las valvas de los moluscos tiene un "código de barras natural" que no se puede borrar y que es específico de cada ría e, incluso, de cada zona dentro de éstas. "La idea es recoger un bivalvo de un lugar determinado y compararlo con otros para saber si estos proceden realmente de dónde está indicado. Nuestra herramienta no es tanto para adivinar de dónde es el bivalvo sino para verificarlo", explica el científico portugués Ricardo Calado, que junto con Fernando Ricardo y Rosario Domingues -una de las responsables del único laboratorio de lipidómica marina que hay en Portugal- estudia esta técnica desde 2012, cuando iniciaron el proyecto Rastremar. La lipidómica estudia los lípidos, biomarcadores "muy importantes" si se muestrea el músculo que cierra las conchas de los bivalvos, que tiene una huella muy dependiente del ambiente en el que se desarrolló el producto (de la salinidad o temperatura del agua, por ejemplo).

Los "códigos de barras" de los moluscos no varían al trasladarlos de lugar, incluso a seis meses vista. "Se puede capturar almeja o berberecho en Aveiro y colocarla en Noia o Arousa y pensar que se va a borrar la huella, pero no es así porque la concha tiene su propia firma", explica el científico portugués. Los investigadores continúan estudiando cómo varían las características de los moluscos según la estación (son diferentes en verano y en invierno) y el año, pero resaltan que los elementos químicos analizados no cambian en cinco o seis días, tiempo más que suficiente para realizar el análisis y que el producto no pierda su valor, mayor si se comercializa en fresco.

Sus aplicaciones

Las ventajas de esta herramienta son numerosas. Por un lado, para los productores y comercializadores, que podrán diferenciar su mercancía de otras de menor valor, y, por otro, para las autoridades, para luchar contra el fraude y el furtivismo. "En Aveiro sabemos que hay mucho berberecho de aquí que se va para Galicia, pero el precio no es comparable. Aquí está a alrededor de 0,90 euros por kilo mientras que en Galicia es mucho más alto", ejemplifica Calado. Precisamente, los investigadores mantuvieron una reunión con representantes de la Confraría de Pescadores San Bartolomé de Noia a mediados de marzo para conocer el proceso de trazabilidad del pósito y cómo diferencian su berberecho del de otras zonas de la comunidad.

Estas situaciones en las que se vende marisco no gallego como si fuese de Galicia es "competencia desleal" con los mariscadores de la comunidad, por lo que este tipo de herramientas tienen "mucho sentido". Calado añade: "Lo mismo sucede con el pescado de estero. Si se va a pagar por un sello que diga que ésa es su procedencia, tienes que producirlo de una determinada manera. Pero si te lo mezclan con lubina o dorada producidas en una jaula en el Mediterráneo, es competencia desleal porque tú nunca vas a poder producir tanto. Si lo diferencias y le añades valor, compensas la pérdida que tienes en producción". Por eso, es recomendable que los productores se queden con una muestra de los lotes.

Esto es importante también para la salud pública, cuando hay casos de extracción de productos en bancos cerrados por toxina que se llevan a otras zonas o comercializan como recogidos en áreas en las que está permitida la actividad. El vendedor puede "falsificar los papeles" -como ocurrió recientemente con la almeja ilegal que procedía de Portugal- y asegurar que el producto que vende procede de una ría en la que se puede extraer, algo que este sistema de comprobación permite verificar.

En abril, los investigadores se reunirán con la policía marítima de Portugal, encargada de controlar la actividad. "Se puede incluso procesar criminalmente a la gente por este tipo de prácticas [ilegales]. Para nosotros es muy importante pero también una responsabilidad porque lo que hacemos puede tener consecuencias penales para los afectados", indica Calado.

Rápido y barato

Una de las preocupaciones de los científicos cuando idearon el método era que el molusco vivo no muriese antes de poder comprobar su procedencia, algo que consiguieron ya que, si un laboratorio está "preparado" y desarrolla los análisis de forma rutinaria, pueden hacerlo de un día para otro. "Esta herramienta se puede usar de forma muy rápida para que no haya una pérdida de mercancía y verificar si la gente dice la verdad", explica Calado, que indica que cuantos más análisis haga un laboratorio más rápido podrá hacerlos porque le permitirá saber qué busca. "Es lo más bonito de esta técnica, que cuanto más la hagas, más específica y precisa es porque sabes exactamente qué es importante mirar y qué no es tan relevante y que podría llevar a la confusión", detalla el investigador.

La tecnología está lista ahora para su uso y puede transferirse "rápidamente" al mercado. Los investigadores publicaron su trabajo en revistas científicas y el acceso a su estudio es libre para todos los ciudadanos, aunque las técnicas solo pueden desarrollarse en laboratorios del Gobierno o de las universidades que tengan el "protocolo" preciso para ello.

Pero, ¿y el precio? "Es como todo, una cuestión de escala. Lo más caro es la mano de obra del técnico, el tiempo que esté haciendo el análisis", explica Calado, que indica que al principio la verificación costará unas "decenas de euros" pero que su coste se reducirá hasta menos de diez euros por muestra. El beneficio, en un mercado con productos de alto valor añadido, es mayor que las pérdidas. "Este tipo de muestras no te va a estropear el negocio", concluye el científico.