Ya está ahí, para ser capturada, la sardina. La flota gallega puede desarrollar la campaña de 2018, pero ha de hacerlo a cuentagotas, no vaya a ser que se pase de capturas y la campaña dure lo que un caramelo en la puerta de un colegio.

Mientras, el BNG exige en el Parlamento que la Xunta ejerza el "poder político para defender al sector en lugar de dejarlo abandonado con un reparto tremendamente perjudicial".

Uno, qué quiere que le diga, lector, duda muy mucho que tal poder político exista en el Ejecutivo de Núñez Feijóo. Especialmente, en la pesca.

Creo que desde el abandono de la política pesquera gallega por el exconselleiro López Veiga, el sector nunca tuvo un protagonismo efectivo y de empuje de la política pesquera gallega.

El BNG plantea al Gobierno de Feijóo que siga los pasos de islas Feroe e impulse un cambio de modelo en la pesca artesanal que garantice su viabilidad.

El planteamiento nacionalista está motivado, supongo, por la pérdida constante de posibilidades de pesca de una flota que, en Galicia, fue -y es- básica.

Pero el archipiélago de las Feroe -oficialmente dependiente de Dinamarca- va "a su bola". Goza de una amplísima autonomía y sus 50.000 habitantes saben que la economía local depende -como siempre- de la pesca. Esta otorga a las Feroe más del 90% de sus exportaciones y aporta al PIB del archipiélago casi un 50%. Los corderos ya no son importantes para los feroeses y el futuro de las islas se diseña en base a la pesca y la extracción de petróleo del subsuelo marino. Gracias a la pesca, el desempleo no llega al 3%.

En tierra, nuevas plantas para procesar pescado y un Gobierno autónomo que no quiere depender de la UE, salvo las concesiones que, sobre pesca, reciba por su condición periférica.

Y con estas condiciones, el BNG quiere un cambio de modelo porque el actual "no permite sacar unos ingresos razonables, con una distribución de cuota de pesca discriminatoria".

¿Qué se pretende con esto? Que la flota artesanal quede excluida de los TAC. Así se garantizaría su viabilidad. Dicen. Pero el modelo de las Feroe no parece encajar en una comunidad, la gallega, que no depende exclusivamente de la pesca y ha de competir, para pescar, con los repartos discriminatorios del caladero Cantábrico Noroeste.

Soñar no cuesta nada.