La Xunta obliga a los promotores de la urbanización proyectada en el monte Piñeiro, en Miño, a realizar un control arqueológico en la zona antes de edificar, una vez realizadas las labores de desbroce y limpieza, para evaluar la afección de la obra sobre el patrimonio.

Según se recoge en la declaración de impacto ambiental del proyecto -firmada por el secretario xeral de Calidade e Avaliación Ambiental, Justo de Benito Basanta, el pasado 27 de octubre- los resultados de esta intervención "podrán condicionar las obras", así como obligar a establecer "nuevas medidas protectoras y correctoras para la conservación y revalorización del patrimonio cultural". El proyecto deberá ser realizado por técnicos arqueólogos competentes y la memoria del mismo, remitida a la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural de la Xunta.

La urbanización de O Piñeiro ha sido proyectada en la parte más ancha de la pequeña península del Castro de Loios, que finaliza en la punta Satareixas. Así, en su declaración de impacto ambiental la Xunta reconoce que "es necesario destacar, respecto de la riqueza patrimonial, que en el entorno del suelo urbanizable de O Piñeiro se localiza el yacimiento arqueológico" de dicho castro, catalogado y recogido en el Plan General de Ordenación Municipal de Miño (PGOM), aprobado en el año 2002.

El Gobierno gallego también advierte de que en el "ámbito de protección" de este yacimiento fueron localizados restos del periodo galaico romano, en concreto material constructivo y restos de pavimentos y muros que se corresponderían con un nuevo enclave denominado yacimiento romano del puerto de Miño, catalogado por la Xunta, pero sin incluir en el PGOM de Miño por ser su hallazgo posterior a la aprobación de este último documento.

En 2004, el arqueólogo contratado por la promotora de dos edificios de viviendas proyectados junto al castro de Loios, Antón Malde, encontraba trozos de ladrillos romanos, gruesos y compactos y tejas o tégulas a un metro y medio bajo tierra. También recordaba entonces que la localidad fue lugar de atraque y explotación de los recursos marinos por parte de los romanos y que los yacimientos miñenses están relacionados con los de la isla Carboeira y Centroña, en Pontedeume, y el de Noville, en Mugardos. Malde también encontró fragmentos de tejas de cerámica a la entrada del puerto. "Son restos tan buenos que son de manual de arqueología, son mucho más valiosos que los de Loios", afirmaba entonces.

Para el historiador coruñés, la legislación salvaguarda el patrimonio y pese a desconocer todavía si puede haber restos o no en la zona en la que se edificará la urbanización de 760 viviendas, "a casi un kilómetro o 500 metros del yacimiento del Castro de Loios", habrá "un control arqueológico previo".

En cuanto al ámbito de protección del yacimiento, en los concellos sin un plan general ésta deberá ser de unos doscientos metros en suelo rústico, pero en el caso de Miño su PGOM delimita una zona que abarca "casi toda la península de Loios", según explica Malde, aunque el área no llega a tocar la zona en la que se levantará la urbanización.