Hay que darlo todo por bueno, así de simple y de rotundo, si se cumple lo que el título anticipa que estamos ante el capítulo final de esta saga que ha adaptado a la pantalla grande la famosa franquicia de videojuegos Capcom. Es verdad que ha logrado un éxito indiscutible con sus seis entregas que debe valorarse y es que ha conseguido con sus más de mil millones de dólares de recaudación convertirse en la serie más rentable de este tipo que se haya visto nunca.

Pero ha sido a costa de bombardear al auditorio con idénticos ingredientes que se reiteraban hasta la extenuación y que aburrían, incluso, a sus incondicionales. En fin, que la pesadilla de los personajes y de los espectadores parece haber concluido y dentro de poco la historia de Alice y de sus aliados para evitar la desaparición de la humanidad será solo un vago recuerdo.

Esta anhelada despedida reúne a muchos tipos ya conocidos, entre ellos Ali Larter como Claire Redfield, Shawn Roberts como Albert Wesker e Iain Glen como Dr. Alexander Isaacs, pero también incorporaciones como Ruby Rose, Eoin Macken, la modelo Rola como Cobalt y el actor surcoreano Lee Joon-Gi como el Comandante Lee. Todos se mueven en idénticos parámetros, fruto inevitable de que el mismo director y guionista de cuatro de las seis películas, Paul S.W. Anderson, ha vuelto a hacerse cargo de las mayores responsabilidades.

El argumento insiste en más de lo mismo, con un mundo calcinado envuelto en una densa niebla gris en el que un reducido número de supervivientes hacen frente a legiones de zombis empeñados en comerse a todo humano viviente. Con estos parabienes, se hace realidad la resurrección del virus T en su ámbito de Raccoon City, poniendo a prueba otra vez a una Alice que debe frenar la infección si no quiere asistir al extermino de la vida humana. Su situación es crítica ya que tras una aplastante derrota en Washington D.C. y la pérdida de su ejército personal en ‘Resident Evil: Venganza’, ha recibido una última oportunidad de salvar a la humanidad. Vamos, lo de siempre.