En mi pueblo sin pretensión

tengo mala reputación,

haga lo que haga es igual

todo lo consideran mal,

yo no pienso pues hacer ningún daño

queriendo vivir fuera del rebaño;

La mala reputación (Georges Brassens)

AGeorge Steiner, ese gran divulgador, lúcido crítico y agudo impertinente profesor en Cambridge, le hicieron una buena entrevista para el colorín dominical de un periódico nacional hace una semana.

Antes de nada conviene recomendar su lectura, porque el entrevistador deja el suficiente campo para que sobrevuele por los temas a tratar con el libre albedrío del que han de disponer los buenos e incómodos invitados.

El viejo profesor parece cómodo y distendido hablando sin reservas de su propia obra. También se suelta la melena poniendo los puntos sobre las íes en aquellos aspectos conflictivos o dudosos que incluso al público poco experto le resultan curiosos, ¿Se lee más

El principito o Madame Bovary? Harry Potter, Vargas Llosa, Joyce, Proust, Mann... se les pasa revista sin recato y sin preocupaciones sobre lo políticamente correcto. Particularmente me sorprendió su disculpa pública sobre ciertas opiniones que había vertido sobre la posibilidad de que ETA siguiese el camino del IRA.

La polémica étnica surgió cuando los gurús de la intelectualidad gallega y el papanatismo localista leyeron que este Premio Príncipe de Asturias justificaba el uso del catalán en las universidades y no veía necesario que el gallego tuviese el mismo trato, se le recoge esta frase: "¡Pero no me compare el catalán con el gallego!" apoyando el aserto en la diferente calidad de la literatura en una y otra lengua. Nuestros literatos han comenzado a instruir el expediente depuratorio para el auto de fe en el que se juzgará tal herejía.

Los aldraxados no invadieron en masa los medios ciscándose en Steiner y tratando de tocar la fibra sensible; mas sí es curioso percatarse de que sólo salieron en defensa de la literatura gallega las entidades corporativas y el par de autores más difundidos y traducidos; las divisiones inferiores, las de los subvencionados, se guardaron mucho de sacar pecho, no vaya a ser que alguien los pusiese colorados, porque tienen los lectores que tienen y sus obras las ventas que tienen.

Recurrir constantemente a la lírica medieval gallego-portuguesa para justificar la trascendencia de un idioma en el mundo contemporáneo no resiste un par de pases, sobre todo si tenemos en cuenta que las investigaciones nos llevan a las relaciones de la misma con la literatura provenzal, con la mozárabe y con la primitiva lírica castellana, sin duda muchos de sus autores eran competentes en varias lenguas. Y establecer binomios y dicotomías del tipo Cunqueiro-Plá sólo provoca vergüenza ajena.

Los autores que escriben en lenguas minoritarias pueden producir obras de calidad; pero, lógicamente, su cantidad estará relacionada directamente con el número de usuarios de las mismas que se dediquen a la creación y de esa minoría saldrá, si sale, la verdadera obra de arte. No cabe el escándalo si la literatura gallega actual se conoce por sus versiones en castellano, inglés o alemán, bienvenidas sean por lo que representen para el PIB gallego y para los impuestos recaudados en Galicia, asunto muy de actualidad.

adogil@terra.es