Por lo visto, ninguno de los conspicuos analistas de la política gallega, ni uno solo de los columnistas de referencia en la prensa de este país, parece haber caído en la cuenta de que casi tan importante como el mensaje de Touriño del otro día desmintiendo el adelanto electoral fue la puesta en escena a la que recurrió para comunicarlo. Y, sin embargo, tan peculiar escenificación parece estar cargada de significado, tanto que merece la pena detenerse en ella, porque permite sacar jugosas conclusiones sobre la personalidad de nuestro primer mandatario.

El presidente descolocó a sus propios colaboradores y a los periodistas que habitualmente siguen la actividad de la Xunta convocando la misma mañana de autos dos ruedas de prensa con apenas media hora de margen, una, la habitual, en San Caetano después del consello, y la otra en la residencia oficial de Monte Pío. Una parafernalia que se nos antojaba un sin sentido y un exceso gratuito, pero que, sin embargo, al tener mucho que ver con una dinámica que viene siguiendo don Emilio, contiene una importante carga semiótica en la que no está de más reparar.

Como si tuviera tomada la decisión de antemano, en cuanto llegó a la presidencia, en el verano de 2005, Touriño se propuso dar vida a un complejo residencial que desde la inauguración, su antecesor, Manuel Fraga, utilizaba sólo para pernoctar y para algunas -muy pocas- actividades de carácter privado, a pesar de que muchas de las dependencias fueron concebidas y estaban plenamente acondicionadas para acoger actos institucionales.

Y se trasladó con su familia a vivir en Monte Pío, teniendo como tiene vivienda propia tanto en Santiago como en las afueras. Austero, muy suyo y celoso de su intimidad, nos sorprendió al convertir tan impersonal recinto en su hogar, a la vez que lo transformaba, más que en una Moncloa, en una especie de Quirinal, en un Eliseo o en la mismísima Casa Blanca. Allí convoca con frecuencia a los medios informativos para dar cuenta de audiencias de alto nivel, recepciones, reuniones, negociaciones o para la presentación de planes estrella, en fin, todo aquello en lo que quiere tener un protagonismo personal y que le da lustre presidencial.

Empleando Monte Pío como marco para funciones y tareas que antes se desarrollaban en San Caetano o excepcionalmente en el Pazo de Raxoi, don Emilio marca distancias no sólo con sus socios, sino también con sus propios compañeros de gobierno y de partido. Engrande su figura, resalta su papel de líder. Es como si se situara por encima del bien y del mal. Tal vez eso le haga sentirse como un rey o, si acaso, como el presidente de la República gallega que querría ser.

Tengo un amigo que dice que Touriño hace honor a la denominación de la residencia presidencial: porque todo lo importante lo pía desde el monte. Ahora bien, en esto de las elecciones desadelantadas, le sería muy aplicable aquello tan gallego del tarde piache...

FERNANDOMACIAS@TERRA.ES