Nadal es bueno en casi todo, en fuerza, talento, coraje, sencillez, buen rollito, etcétera, pero no le será fácil llegar a la elegancia de Federer. Este asunto de la elegancia siempre resulta sospechoso, pues se identifica con elitismo y clasismo, cuando en el fondo no tienen nada que ver. Poca gente de la clase alta tiene verdadera elegancia, y hay mucha gente de clase baja con elegancia a raudales. Lo que ocurre es que algunos confunden la elegancia con el aspecto elegante, que sí se puede comprar pero sólo engaña al palurdo. Volviendo a Federer, la elegancia de la que hablo no es la que exhibe en su estilo de juego, aunque éste sea elegante hasta el colmo, sino en su actitud y sus declaraciones. Jamás un rey del deporte destronado ha sido tan elegante y elogioso con su vencedor. Vuelva a ser número uno del tenis o no, Federer difícilmente será destronado como número uno en deportividad.