Si repasamos la actualidad de los últimos días comprobamos cómo, a casi 35 años de la muerte del dictador, la calidad de nuestra democracia es manifiestamente mejorable.

Transparencia. En contra de otros países, nuestro control sobre los poderes públicos es nulo. Hace días, el New York Times publicaba a qué iba cada dólar asignado en ayudas a la banca. ¿Se acuerdan cuando nuestras autoridades no dieron nombres de las entidades beneficiadas con los Fondos de Adquisición de Activos "para no estigmatizarlas"? ¿Y cómo calificar la absorción de Caja Castilla-La Mancha por Unicaja? En 2008, la absorbible terminó con beneficios (30 millones). Entonces, ¿por qué recurrir al Fondo de Garantía de Depósitos, si no hay pérdidas? ¿Qué trasero debe salvarse?

La policía pacifista y estudiantes no privatizables. ¿Imaginan a un secretario de Defensa de EEUU de Greenpeace? En Cataluña, el ecosocialista Joan Saura dirige los Mossos d'Esquadra. Tras renegar de su actuación en un desalojo de estudiantes, intenta comprar a los policías con mejoras laborales. Mientras, los estudiantes rechazan el plan Bolonia porque privatiza la Universidad (aunque más bien se trata de no eternizarse repitiendo asignaturas o de dotar de becas sólo a alumnos con buen expediente). Si un estudiante no respalda las protestas (aunque pierda curso, a cargo del contribuyente), es "un fascista, cómplice del sistema".

Política exterior de risa. El oportunista anuncio de retirada de las tropas de Kosovo muestra que no somos de fiar, al usar la política exterior con fines internos (ser amigo del duro de la clase, en la época Aznar-Bush; ser aplaudido por el pacífico pueblo, con la retirada de Irak o ganar imagen para una proyección política posterior, caso de Chacón). Quizá no damos más de sí.