La comisión de expertos para la aplicación en A Coruña de la ley de la memoria histórica tiene el pecado original de no contar con todos los partidos políticos, como era preceptivo. En esta danza sectorial el concejal presidente de la Comisión de Honores, González-Garcés, en su papel de abajo firmante de guardia, no tuvo la cautela de incluir en el cónclave a la inteligente cronista oficial de la Ciudad y a la vez directora del Archivo municipal, para evitar embullos innecesarios. Estas Comisiones debieran ser peldaños de convivencia, en el rigor y en la cultura, y no comportarse como enemigos, que tratan de descubrir los males de los de enfrente. La historia, como la añoranza, no se puede escribir por ley, y mucho menos con luz de carbono, a campanazos y pendencias. Y, lo que es más grave, moverse en la confusión paterno-filial, como (Arcadio Vilela Gárate, periodista asesinado el 19-05-46, figura señera en el mundo de la Cultura, de la Sociedad y del Deporte, practicante en todas sus actividades, incluso en la sedentarias, como el ajedrez (se enfrentó al Dr. Alekine, campeón mundial), cuyo nombre lleva una calle coruñesa esta en trance de ser proscripto del nomenclátor. Las razones que se esgrimen no corresponden con su biografía. Perteneció durante un año a los Caballeros de A Coruña como cabo honorario, distinción que le fue otorgada por un acto cívico heroico (asistió a una señora que reclamaba auxilio, en la calle de Juana de Vega, el 20-07-36. Antes del mediodía, cuya vivienda iba a ser asaltada. Vilela resultó herido de gravedad y trasladado a la Casa de Socorro del Hospital) Esa tarde, las tropas salieron a la calle para dar comienzo a las hostilidades. Tampoco ha sido falangista combatiente. Su carné fue expedido el 31-12-38. Quién sí se incorporó a la Guardia Civil, el mismo día 20-07-36, en unión de otros jóvenes, fue su hijo Arcadio Vilela Ramudo que fue nombrado alférez provisional, mandó un tambor de Regulares y participó en la batalla del Ebro. Esta es la posible confusión que señalamos a modo de triaca. Para buscar la verdad no sólo se precisa talento, sino también vigor. "A distinguir, me paro", decía Machado. La crónica coruñesa presenta a Arcadio Vilela Gárate como un hombre de valores profundos, orgulloso de ser católico y de un alto sentido de la sociabilidad. Sabía dar a su tiempo elasticidad y rendimientos desusados, cuando se trataba de servir a los demás. Fue un ciudadano ejemplar, alma máter de numerosas instituciones y de un acendrado amor a A Coruña, que lo mantuvo sin altibajos ni abandono. Su figura no merece ser puesta en entredicho. Parodiando al poeta digamos "de todas las memorias sólo vale el don preclaro de la verdad.

Algunos familiares de los afectados por los acuerdos de la comisión de expertos históricos han solicitado, por escrito, audiencia al alcalde, sin que recibieran respuesta. Incomprensible en quien está rodeado de tantos asesores/as. ¿O es que los considera apestados?