. l pasado miércoles día 20 se estrenó, en el Teatro Rosalía de Castro de A Coruña, el documental de Eaf producións cuyo título encabeza este artículo, escrito y dirigido por el fotógrafo y cineasta José Abad, de larga trayectoria y extensa producción. De la excelencia de sus trabajos dan cumplida cuenta los numerosos premios cosechados, que lo califican de maestro en su género.

En esta ocasión, reconstruye la dantesca historia de un personaje, el alcalde de Serantes Alejandro Porto Leis, asesinado durante la represión franquista en 1938. Su desgraciada suerte se vio acompañada por la de tres convecinos, que fueron igualmente asesinados por haberle prestado ayuda intentando alejarlo de la muerte. Los arenales de la Frouxeira (Valdoviño) guardan el secreto de su enterramiento.

Desarrolla la macabra historia en formato parecido al empleado en otras obras (exaltación de personajes ilustres como Isaac Díaz Pardo o Manuel Murguía, así como de recuperación de seres anónimos en Memoria viva). A través de relatos de personas vinculadas al protagonista, dibuja su perfil a la manera en que se monta un puzzle. Detalle a detalle, los actores van desgranando sus recuerdos de forma descriptiva, para reconstruir la tragedia que dio fin a la vida de Alejandro Porto Leis.

La figura de Alejandro Porto y sus compañeros de infortunio sirve a José Abad para asociarlos de forma simbólica al inmenso drama colectivo sufrido por la población de Galicia tras el golpe militar de 1936.

El film es sobrecogedor y, consciente de ello, su autor introduce el bálsamo consolador de un reencuentro de las cuatro familias que sufrieron tan desdichado suceso. La fina sensibilidad de José Abad permite superar los tintes dramáticos de tan desgarradora historia, ayudando a la reconciliación de los descendientes que vivieron apartados entre sí durante los años de silencio.

Esta penosa circunstancia de considerar a Porto Leis como causante indirecto de la muerte de sus compañeros, al haberle sacado la guardia civil mediante torturas los nombres de los abnegados protectores que le dieron cobijo, conmueve por lo inconsecuente y disparatado de tal juicio. Alejandro fue la víctima que azarosamente arrastró a otros al fatal desenlace. El común verdugo fue un franquismo sediento de sangre.

Este documental refiere con ecuanimidad hechos dolorosos, sin excitar al odio ni a la venganza. Por el contrario, envuelve la atroz matanza con un manto de ternura y compasión.

Es una simple lección histórica que contribuye a dar a conocer un pasado hasta ahora envuelto en el misterio de la tergiversación y la mentira.