Me fui a pasar unos días de descanso con una buena adquisición: la reciente edición, publicada en España, del libro Sherlock Holmes anotado, obra preparada por Leslie S. Kingler, una de las máximas autoridades sherlockianas que ofrece en este volumen amplísima información sobre el final de la Inglaterra victoriana y del rey Eduardo, el de los puros; así como detalladas explicaciones sobre las teorías deductivas más famosas del conocido detective creado por Sir Arthur Conan Doyle, oscuro médico escocés y, a juicio de muchos críticos, novelista mediocre a quien se debe el feliz hallazgo de Sherlock Holmes, sin duda, la mejor idea que ha dado la literatura policíaca de todos los tiempos. Las aventuras de Sherlock Holmes, publicada en 1892, lanzó a la fama al personaje creado en las dos novelas anteriores, Estudio en escarlata y El signo de los cuatro, que tendrían continuación en el Sabueso de los Baskerville y El valle del miedo ambientado en las tierras del Ku-Klux-Klan, así como en sesenta relatos cortos en los que nuestro detective resuelve, con gran maestría, asuntos muy variopintos.

Doyle diseñó a Holmes como arquetipo de investigador cerebral que influyó en gran medida en la ficción detectivesca, y del que podría considerarse como predecesor a Auguste Dupin, personaje creado por Edgar Alan Poe, muy similar a Holmes, por su excéntrica genialidad; pero que no alcanzó su popularidad, pues los relatos publicados en el The Strand Magazine, a precios muy accesibles, eran, ya entonces, leídos en voz alta por lectores comunales en centros industriales y locales públicos a modo de radio victoriana que ya había tenido una experiencia anterior con la obras de Dickens publicadas en folletón. Holmes se presenta como un detective de carácter frío e ingenioso cuyo amigo Watson lo describe, en Estudio en escarlata, como extraordinariamente enjuto aparentando ser más alto, con aguda y penetrante mirada, nariz fina y aguileña y dando al conjunto de su persona un aire de viveza y resolución. Parece que su autor basó esta descripción en la de un antiguo amigo de universidad, llamado Sherrinford, que llegó a formar parte de Scotland Yard, hacia el año 1944 y fue gran amigo de Doyle y cuyas descripciones y vivencias policíacas inspiraron muchas de sus obras, de hecho estuvo tentado en poner al detective aquel nombre.

Ateniéndonos a los propios datos que Doyle nos proporciona, en sus diferentes obras, Holmes nació en 1854, su padre era un hacendado inglés, su madre descendía de una familia de pintores franceses y tenía un hermano que trabajaba para el Servicio británico de información del Gobierno, probablemente estudió en Oxford y tras su graduación se alojó cerca del Museo Británico para poder así estudiar las ciencias necesarias para el desarrollo su carrera profesional de detective. En 1881 conoce, en el Hospital Saint Bartholomew, a su amigo el Doctor Watson, pero su más acérrimo enemigo es el inteligente profesor Moriarty, profesor de matemáticas y "uno de los primeros cerebros de Europa" que acabó con la vida de Holmes en La aventura del problema final; sin embargo, Doyle no tuvo más remedio que resucitar al detective en La casa vacía, publicada en 1903, porque miles de lectores protestaron por su muerte, llevando crespones negros en señal de luto. Aunque también escribió algunas obras históricas como el brigadier Gerard y un enjundioso tratado sobre la guerra de los Boers, con el libro en la mano da la impresión que no existe ni el autor ni sus obras, solo Sherlock Holmes detective de personalidad ambigua y subyugante que ha sobrevivido al escritor y a sus propias aventuras.