Lo sabe poca gente. Ella misma acaba de revelarlo ante las cámaras de la TVG. En vísperas de las elecciones autonómicas, el Pepedegá intentó fichar a Gloria Lago para incluirla en un puesto destacado como candidata al Parlamento Gallego por la provincia Pontevedra. Se trataba de rentabilizar electoralmente el considerable calado social que en poco tiempo había adquirido un movimiento cívico como Galicia Bilingüe, en tanto que punta de lanza contra la política lingüística del bipartito, que parecía apostar por el modelo de inmersión.

Pero además, dice Lago, lo que se perseguía con su fichaje, más allá del golpe de efecto ante ciertos sectores del electorado, era empezar a desactivar una plataforma que, por pura coherencia y desde una posición independiente, no dudaría en exigirle a Núñez Feijóo que cumpliera escrupulosamente sus compromisos, con lo que eso supondría de incomodidad para el nuevo gobierno.

Si su presidenta hubiera aceptado entrar en política activa, Galicia Bilingüe habría perdido de golpe toda la legitimidad acumulada después de años de lucha, al principio casi clandestina, contra lo que ellos consideran la imposición de la lengua gallega y en defensa de la libertad lingüística. Gloria Lago no habría tardado en descubrir que, una vez instalado en la comodidad institucional de San Caetano, el PP estaba dispuesto a ceder en esa materia hasta traicionar su programa electoral, con tal de no desgastarse en el siempre incómodo conflicto idiomático. La historia acabaría mal, como sucede siempre en estos casos, con el inevitable portazo, salvo que ella estuviera dispuesta a tragar carros y carretas. Y se iba con cajas destempladas, su propia imagen y la del colectivo también quedaría tocada seria e irreversiblemente.

Asegura Gloria Lago que meses antes de la cita electoral ya se olía que quienes habían sido sus compañeros de viaje les iban a traicionar antes o después, que les dejarían tirados, que cambiarían el paso, porque después de todo aquéllo no había sido más que un matrimonio de conveniencia. Vista con la perspectiva del tiempo, una mera alianza táctica, ni siquiera estratégica. Contra lo que sostenían muchos, PP y Galicia Bilingüe estuvieron juntos, pero nunca revueltos y ningún caso fue el partido el que creó la plataforma antinormalización, sino que se arrimó a ella por puro interés, porque estaban en juego muchos votos, cuando menos los que podían significar la mayoría absoluta.

Desde Galicia Bilingüe advierten a Feijóo y compañía que los muertos que ellos tal vez pensaban matar gozan de buena salud. El gobierno del PP de Galicia va a tener enfrente a una organización cuya estructura orgánica está intacta y cuyo espíritu de lucha se ha visto renovado y espoleado al sentirse víctimas de un engaño por parte de la fuerza política en la que habían confiado para que cambiara de raíz la política lingüística que se practicó en este país desde los albores de la autonomía, contra la opinión de mucha gente.

Y es que ya casi nadie parece recordar que, en cuanto a la presencia del gallego en la escuela, la entidad encabezada por Gloria Lago fue tanto o más crítica con fraguismo que con la alianza PSOE-Bloque. De ahí que nunca acabaran de fiarse de Feijóo.

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