Las navidades, con su retahíla de días vacíos en los que, quienes no estamos por desear alegrías a plazo fijo, tenemos pocos compromisos pendientes, son unas fechas estupendas para contestar correos antiguos. En la carpeta de los que esperan respuesta me he encontrado uno que no sé quién me envió, ni qué pretende. Si lo guardé es porque roza el surrealismo más absoluto. El mensaje, cuyo pretexto es de suponer que consiste en venderme algo, viene encabezado por la frase siguiente, que cito de forma textual: "Verdaderamente Precisa Muescas Junto". Lo firma (es un decir) un tal Heriberto Tucker a quien, por supuesto, no conozco, y llegó a mi buzón del correo electrónico dentro de un ramillete de direcciones de gente de la UIB.

Durante la Segunda Guerra Mundial las matemáticas dieron un salto adelante gigantesco gracias a los trabajos que buscaban descifrar los arcanos del enemigo, los mensajes encriptados mediante claves imposibles de resolver por los métodos comunes. Mentes preclaras como las de Alan Turing aprovecharon el desafío para sentar las bases de lo que es hoy la ciencia de la computación. Se trataba de ir al final sin pasar por el principio, de rastrear regularidades propias de un idioma por más que se redujesen, protegidas por un código de un solo uso, o de unos pocos, a una serie numérica sin más. Las máquinas Enigma de la armada alemana y los expertos de la Inteligencia británica mantuvieron un pulso espléndido, muestra fehaciente de lo que el talento humano puede urdir. Por supuesto que una frase tan trivial como la de Verdaderamente Precisa Muescas Junto no ha salido de ningún desafío intelectual. Es probable que sea el resultado de una traducción automática, computadora mediante, y con un programa tirando a modesto. Lo interesante sería saber de qué idioma se partió.

Las primeras aplicaciones a la traducción de textos de la inteligencia artificial tuvieron lugar, según cuenta una leyenda urbana, mediante un intercambio de mensajes entre Washington y el Kremlin. Los norteamericanos enviaron una frase proverbial sacada de la Biblia: "La carne es débil pero el espíritu es fuerte". Una vez traducida al ruso por las máquinas, y vertida de vuelta al inglés por sus equivalentes moscovitas, lo que quedó es como sigue: "El vodka está bien pero el filete se ha estropeado". No sé si es un chiste o corresponde a una historia real. He vuelto a hacer el intento usando los traductores de Google y Reverso (de ida y de vuelta) y mantienen la frase original pero, claro, ha llovido mucho ya desde entonces. Así que he probado con lo del mail de las muescas que parece que preciso yo, y lo que he obtenido tampoco se separa tanto del disparate previo: "Realmente precisos (necesario) muescas puedo unirme". Si pongo el ruso por medio, e invierto el orden de las máquinas de traducción, obtengo un resultado espléndido: " Con Surcos realmente exactos". Me pregunto si algunos de nuestro poetas más preclaros no harán lo mismo.