Reitero lo escrito aquí hace un mes sobre el espejismo que las encuestas causan en el PP y sus tertulianos más arrebatados. Cantar hoy los resultados de 2012 son ganas de hablar. La gran caída de los socialistas en los sondeos es la respuesta de los suyos a la frivolidad de un presidente que sonreía y jugueteaba cuando las cosas se torcían de verdad. Respondían así con indignación y desconcierto a la falta de seriedad, de sinceridad, de autocrítica. Y al desparpajo cínico de quien se hace pasar ahora por maestro de la ortodoxia económica cuando hace unos meses presumía de atar a los mercados y dar de comer al hambriento, de solidez financiera y de adelantar a Italia primero y a Francia después. Bien, pero el tiempo pasa y las cosas cambian.

El Gobierno ha firmado un acuerdo sobre pensiones con las dos grandes centrales y la patronal, con apoyo parlamentario y el respaldo del propio Rajoy. Que sigan los tertulianos más brillantes de cada noche con sus soflamas y sus seguridades, y las izquierdas unidas o nacionalistas con su melancolía y sus huelgas generales frente a todos y a la realidad. Parece que a este acuerdo seguirán otros sobre negociación colectiva en las empresas y más adecuación entre salarios y productividad. Acaba de solicitarlo Felipe González y no es el único en el PSOE. Sólo queda que las dos grandes centrales decidan el momento en que han de volver a la negociación para acordar lo que pide la UE y exige la situación actual. Como en su día exigió la reconversión industrial, la incorporación a Europa, a la OTAN o al euro. Deberán reclamar, eso sí, que los que ahora salen perdiendo recuperen lo perdido y algo más cuando las cosas mejoren.

Quedan tres grandes asuntos por encarrilar en los que el Gobierno se juega todo. Primero, la ordenación definitiva y solvente del sistema financiero. Es un avispero pero se van dando pasos. Pasos que, se reclama, debieran haberse dado antes y más decididos. Doctores tiene el sistema, pero las cosas complicadas no admiten soluciones simples salvo en las tertulias y lo que importa en estos casos es ir mejorando el panorama sin acabar como el rosario de la aurora. Entre tempestades y cañonazos de dentro y fuera la vicepresidenta Salgado mantiene el tipo sin griterío ni frivolidades. Segundo, la ordenación del funcionamiento autonómico que Zapatero puso patas arriba por ignorancia e irresponsabilidad. Si los presidentes socialistas este fin de semana en Zaragoza acuerdan la austeridad en el gasto, sus votantes se lo reconocerán. Y si apuestan por la coordinación y la cooperación, todavía más. Tercero, lo de ETA y compañía. Sería un error cualquier desencuentro con la opinión mayoritaria y con el PP, en este terreno. Ninguna facilidad a Batasuna: policía y jueces.

Los socialistas empiezan desde esta semana a recuperar la esperanza. Lo del candidato lo resolverán como mejor entiendan y aunque a Zapatero lo dan en el PP y en sectores socialistas por acabado, no cuentan con su instinto de supervivencia y con que cambiar de primer espada a un año de las elecciones no es fácil. Un error no haberlo hecho años ha. Los populares para ganar harían bien en explicar sus recetas para crear empleo, para sujetar el gasto autonómico, para dar solvencia al sistema financiero y que fluya el crédito sin que baje el precio de la vivienda, para bajar los impuestos, subir las pensiones y mantener los salarios sin que se resienta el bienestar, la seguridad y todo lo demás. En fin, la cuadratura del círculo mientras la calle, aunque irritada, siga tan tranquila como hasta ahora. Eso es lo que están pidiéndole al Gobierno. La complejidad de la política democrática en una sociedad abierta y también compleja no consiente pronósticos simples, servidos en eslóganes y por comentaristas empeñados en confundir la realidad con sus deseos. Los consultados en el sondeo opinan con el humor del día que toca, en la urna es otra cosa. Ya veremos.