Soñé que tenía un bebé en brazos, una niña. Era algo mío, pero no sabría decir qué. En algunos de mis sueños, las diferencias entre hijos, nietos o sobrinos es de matiz. La niña jugaba con una botella de coñac que inesperadamente abrió y de la que dio un sorbo. Yo la puse boca abajo y la sacudí antes de que le diera tiempo a tragar el licor, logrando que escupiera parte de él. Otra porción, supuse, habría llegado a su estómago. Le ofrecí entonces, para contrarrestar los efectos del alcohol, un biberón de agua del que bebió en abundancia. Pensé con alivio que no sería necesario llevarla a Urgencias, pues su comportamiento era normal si exceptuamos que se reía mucho y sin causa aparente.

En esto, la niña se desprendió de mí y se puso de pie sobre la mesa de cocina que teníamos delante. Yo la observaba asombrado de que se sostuviera sobre aquellas piernas en proceso de formación, también un poco estremecido, por si el alarde de motricidad y equilibrio guardara relación con el coñac. Busqué sus ojos y ella los míos y nos quedamos un rato prendidos cada uno de la mirada del otro, en una suerte de trance hipnótico. Entonces ella abrió la boca y pronunció una frase entera, una frase de sujeto, verbo y complemento directo. Lo sé porque me dio por analizarla sintácticamente a medida que la pronunciaba. Luego la niña regresó a mis brazos y comenzó a comportarse como un bebé normal, un bebé abstemio. Cuando desperté, había olvidado completamente el contenido de la frase, aunque no sus características gramaticales.

Intenté recordarla durante el desayuno, ya que salí de la cama con la impresión supersticiosa de que se trataba de un mensaje esencial para mi vida. No lo logré. A media mañana se me ocurrió la idea de que aun habiéndola olvidado, o quizá por eso, determinaría existencia. Entonces me puse contento, como si me hubiera librado de una carga excesiva o hubiera deshecho un nudo interno del que era víctima. Esa tarde, cuando llegó la hora del gin tonic, lo sustituí por una copa de coñac, una copa de las de balón previamente templada con agua caliente.

Y eso fue todo.