En los años setenta se probó la autoevaluación escolar y los examinados no se desviaban mucho de la calificación del examinador. Ahora que se estilan la autoestima alta y la actitud por encima de la aptitud no sé qué saldría. En adultos actuales falta autoexigencia. Los directivos de cajas intervenidas por el Estado, cuando pudieron autorretribuirse, se llevaron indemnizaciones multimillonarias y pensiones vitalicias. De Levante a Poniente, María Dolores Amorós, directora general de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, y José Luis Pego, director general de Novacaixagalicia, son buenos ejemplos de personas pagadas de sí mismas con dinero de los demás.

A ella la despidió el Banco de España sin derecho a indemnización porque "actuó en beneficio propio al calcular su propia pensión vitalicia", por "falsear las cuentas para ocultar la debilidad financiera de la entidad" y por "deficiente gestión". Indemnizar es resarcir de un daño o perjuicio. Se le puede pedir que indemnice. Su pensión vitalicia -en los tribunales- es de 370.000 euros anuales. Podrá pagar. Él se prejubiló con 8 millones de euros y pensión vitalicia (quizá por eso se despidió de sus empleados con un "hasta siempre").

El capitalismo gusta de presentarse como un sistema para valientes que paga riesgos y responsabilidades. Estas personas hicieron una gestión pésima de los negocios que tenían a su cargo y fueron castigados con prejubilaciones y pensiones vitalicias. No hay mala acción sin recompensa para estos triunfadores del fracaso.

Tampoco estamos seguros de que no hayan hecho lo correcto. Desde que empezó esta crisis vemos, un ejemplo tras otro, que los ahorros ya no son algo que se deba cuidar, sino dinero que se entrega a treintañeros locos que practican la inversión como deporte de riesgo y a ejecutivos de banco cuya misión es perderlos y llevarse para casa lo que no consiguen que desaparezca.