Lo proclamo sin apasionamiento, y quien me conoce sabe además de mi afición por el esquí, pero la realidad es que Galicia no tiene las condiciones geográficas ni climatológicas para gozar una estación de esquí a tono con los tiempos que vivimos. De otras cosas podremos presumir, pero de un dominio níveo, no. Todos los que en algún momento usamos los remontes y pistas de Manzaneda sabíamos que la estación era un apaño, un sucedáneo mantenido con dinero público por el prurito de que también en Galicia había un lugar para esquiar. Pero los aficionados de verdad, en cuanto podíamos, acudíamos a otras estaciones con mejores instalaciones y con nieve garantizada en calidad y abundancia. Leo que la Xunta ya no está dispuesta a cubrir el déficit, y calculo que otro tanto hará la Diputación de Orense, que siempre fue la gran valedora de la estación. El recorte financiero público conllevará el declive fatal, y quizás su cierre como estación de esquí -no para otros usos-, cosa que no supone ninguna tragedia para los deportistas pues acudimos a otras estaciones, ni supone desdoro alguno para Galicia, porque es de pardillos empeñarse en presumir de estación de esquí, para no ser menos que otras comunidades, cuando la nuestra era un hazmerreír. La economía manda, y empeñarse en mantener cosas deficitarias, sin ser necesarias, aparte de un despilfarro es además un gesto de desgobierno e insolidaridad con la sociedad porque esos recursos deben destinarse a cosas más indispensables.