Araíz de la muerte de Steve Jobs mucha gente habrá reflexionado sobre la actitud ante la vida de un tipo que convirtió el éxito en un derroche de humildad y dejó dicho que lo que cuenta en un ser humano es su autenticidad. Jobs fue un tipo con talento, además de un hombre con fe en sí mismo. Ha conseguido dejar un formidable rastro profesional, una estela de humanidad y uno de los obituarios más emotivos y tentadores de cuantos ha publicado la prensa en muchos años. Dijo que un hombre ha de dejarse llevar por su intuición y a él su intuición desde luego no le dejó en la estacada. La de Steve es una lección formidable para quienes dudan si imitar lo que hacen otros o luchar para sacar adelante sus propias ideas, aunque sea al precio de fracasar en el intento. Jobs fue un mal estudiante que prefirió emprender su camino trabajando sobre la nebulosa de un sueño entre las herramientas de un garaje. Le salvaron su tenacidad y su talento. Al final aquel garaje se convirtió en un símbolo y su carrera, en un ejemplo. Fue fiel a sí mismo y peleó por sus propias ideas, algo que muy pocos hacen porque prefieren la rentable comodidad de adaptarse y ser uno más en la manada, seguramente convencidos de que la vida es más fácil, y menos esforzada, si uno se limita a meter cada día la cabeza por el cuello del mismo jersey. Al final Seteve Jobs sucumbió a un cáncer de páncreas porque su salud no dependía de su tenacidad, ni de su talento; también porque la muerte, que por ser tan mayor nunca fue a la escuela, cuenta nuestras vidas por los dedos. Nos dejó como legado un riqueza tecnológica incuestionable y el soberbio ejemplo de que la suerte tiene más que ver con el esfuerzo que con la casualidad. No fue uno de tantos porque se negó a bajar los brazos y evitó sentirse la clonación mental de otros. A Steve le salieron las cosas bien, es cierto, pero aunque no hubiese sido así, al menos lo habría intentado. Quienes estimen ahora su ejemplo, comprenderán que en la duda de ser una oveja más en medio de la manada, incluso es preferible ser el lobo.

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