Desconozco por completo la génesis de la reforma que sufrió la avenida dedicada al General Sanjurjo, pero ello no me ha evitado, a mí que vivo cerca como a otros muchos más, tener que sufrir las consecuencias. Fueron éstas meses de obras que entorpecían la accesibilidad a puntos variados de la avenida y de las calles adyacentes, meses de ruidos, polvo y enfados por parte de los usuarios tanto durante las obras como después porque rápidamente llovieron los comentarios críticos pues la fluida circulación quedaba interrumpida por las preceptivas paradas del autobús, o por la presencia de una ambulancia o un camión de reparto, hasta tal punto que los automovilistas procuraban evitarla e irse por otras rutas. Vamos, un desastre completo. También es verdad que en algún punto concreto, en las inmediaciones al cruce con Ronda de Outeiro concretamente, la reforma fue beneficiosa. Del coste, ni idea, pero échale hilo a la cometa. Y ahora resulta que hay instituciones como la Unión Coruñesa que piden deshacer lo hecho. Y no es la única, pues de otras me consta su sentir, pero no se han manifestado. Eso supone, aparte de tirar a la basura los miles de euros gastados, disponer de otros tantos para las nuevas obras, y con ellas meses de molestias, enfados y desconcierto. Ya dije al principio que desconozco cómo y de quién fue la idea, pero visto lo visto la gestión del cabecilla es casi de juzgado de guardia.