El año 2012 presenta un panorama tan incierto como contradictorio para Alvedro. Al tiempo que el Ministerio de Fomento pone en marcha la ampliación del aeropuerto, la terminal coruñesa se enfrenta a un horizonte de incertidumbre que arranca este invierno con una menor oferta de destinos que en los últimos años y un total desconocimiento de las rutas aéreas de la primavera y el verano. La pérdida de las conexiones con Ámsterdam, Sevilla y Valencia augura una importante reducción del número total de viajeros.

La clave última de esta situación radica en una cuestionada política de subvenciones públicas. Tal y como destacaba el presidente de los hoteleros coruñeses, Francisco Canabal, en una entrevista a LA OPINIÓN, en los últimos cinco años la Xunta ha financiado con 11,8 millones a los aeropuertos gallegos. Lavacolla recibió el 51,94%; Peinador, el 25,14%; y Alvedro, el 22,92%. El aeropuerto coruñés contó durante este año con tres millones de euros (dos aportados por Ayuntamiento y 1.038.400 por la Xunta), en tanto que para 2012 tiene consignados tan sólo 150.000 euros del Gobierno gallego, que promete elevar esta participación cuando se resuelvan las negociaciones con las compañías, encomendadas ahora a los ayuntamientos, una vez que el Comité de Rutas que debía elaborar una política aeroportuaria gallega ha pasado a mejor vida. El Gobierno local coruñés sopesa, y con razón, si tiene lógica emplear en tiempos de habas contadas en los presupuestos partidas tan costosas sustraídas a las arcas públicas que no repercutirán en todos los ciudadanos.

Los empresarios hoteleros reclaman a la Xunta y al Ayuntamiento de A Coruña que no atrasen más la planificación del mapa de rutas aéreas para la próxima primavera y el verano, ya que podría tener un efecto devastador en las expectativas turísticas de A Coruña. Se quejan de que esta incertidumbre les mantiene atados a la hora de establecer su propia planificación y de que sus razones no son escuchadas. Además de recordar que su sector supone el 12% del PIB y el 14% del empleo de la macroeconomía coruñesa. También los empresarios de la Cámara de Comercio y de polígonos industriales como Pocomaco y A Grela han advertido de las consecuencias negativas de una restricción de destinos en Alvedro y denuncian el "reparto desigual" de las ayudas que la Xunta destina a Alvedro frente a Lavacolla.

Lavacolla tiene ya garantizado un millón para 2012, 120.000 euros más que en 2011, como consecuencia de la renovación del contrato con la compañía de bajo coste Ryanair, y una partida similar para 2013. Mientras, Alvedro solo tiene asegurados de momento 150.000, casi 900.000 menos que este año, aunque la Xunta promete subir esta aportación, sin comprometerse en una cifra, a la espera de las negociaciones con las compañías. El problema es que esa cantidad adicional dependerá en buena medida de que María Pita se comprometa a su vez a seguir desembolsando una importante aportación para financiar rutas en Alvedro, en tanto que el Ayuntamiento de Compostela no tendrá que aportar nada de sus arcas en 2012, como tampoco lo hizo en 2011. Pero lo peor, al margen de la evidente discriminación, es que la incertidumbre de desconocer a estas alturas con qué cantidad contará Alvedro en 2012 tendrá consecuencias en la planificación de importantes sectores económicos de A Coruña, como denuncian los empresarios.

La Xunta alega que en 2011 concedió más ayudas a Alvedro que a Lavacolla, 1.038.400 euros frente 822.000, a pesar de que la rentabilidad por pasajero es mayor en Santiago que A Coruña, gracias al tirón de Ryanair. Pero este argumento se viene abajo al comprobar que el aeropuerto vigués recibió este año subvenciones por 1.250.000 euros, 212.000 más que Alvedro, pese a que la rentabilidad de la subvención por pasajero es tres veces menor en Peinador que en el aeropuerto coruñés: 130 euros de coste por pasajero frente a 43,9. Lo que demuestra que el criterio de reparto de las subvenciones está lejos de ser equilibrado.

La solidez que Ryanair aporta a Lavacolla no deja de ser un espejismo al que contribuye la Xunta, ya que la compañía terminará su contrato con la terminal compostelana en dos años. El aeropuerto de Reus, que hace unos años se convirtió en un boom aeroportuario por ser una base de Ryanair, acaba de quedarse sin vuelos comerciales al marcharse la compañía de bajo coste, lo cual es suficientemente revelador del riesgo de apostar por las compañías de bajo coste. La Xunta subvenciona desde hace seis años líneas de bajo coste en Santiago que aún no están consolidadas. Estas líneas mueven el 61,7% de los pasajeros que utilizan Lavacolla, mientras que en Peinador representan el 12,1% y en Alvedro, el 29%.

La gran cuestión de fondo es la ausencia de una política aeroportuaria gallega que fije unos criterios claros para las ayudas y que diseñe una estrategia que racionalice la oferta de vuelos en los tres aeropuertos gallegos. Y lo que resulta especialmente inaceptable es que las ayudas no se concedan en pie de igualdad para todos, de modo que cada aeropuerto demuestre su verdadero potencial en lícita competencia. Los empresarios lamentan la desaparición del Comité de Rutas, que debería cumplir esa función, y consideran que esa dejación por parte de la Xunta está perjudicando los intereses de A Coruña al potenciar ineludiblemente cada vez más la inercia de Lavacolla como terminal hegemónica en detrimento no solo de Alvedro, sino también de Peinador.

Ante la inquietud de los empresarios, sobre todo de los hoteleros, por las consecuencias que esta incertidumbre sobre las conexiones aéreas puede acarrear a A Coruña, el alcalde de la ciudad, Carlos Negreira, dio este pasado viernes un importante paso al anunciar la creación de un comité de rutas coruñés participado por una nutrida representación empresarial que diseñará una estrategia de futuro para Alvedro. El Gobierno local no debe demorar en poner sobre la mesa una propuesta realista sobre el aeropuerto para 2012 y defenderla con firmeza ante la Xunta, con el respaldo de los principales sectores económicos e instituciones ciudadanas, porque A Coruña no puede dejar morir su aeropuerto.