Hace un par de semanas nos llevamos la alegría de leer en LA OPINIÓN el artículo ¿Qué pasa con Bocelo?, firmado por Andrés Cepadas. La pregunta es muy adecuada.

Ya van tres décadas de olvido de la memoria de Pedro de Llano López, Bocelo, un periodista que dedicó su vida a defender los intereses de Coruña desde la dirección de La Voz de Galicia y de El Ideal Gallego, de 1937 a 1972. Un período histórico negro para toda España, y también para muchos coruñeses, que ahora se intenta rememorar para dignificar a todos aquellos que lo sufrieron y para dejar constancia de quiénes fueron parte de esa gris maquinaria de frustración y dolor. En ese empeño se ha rescatado el nombre de muchas figuras, conocidas o anónimas, que bien lo merecen. En Coruña también. Menos el nombre de Bocelo.

¡¡Que paradójico resulta que sea LA OPINIÓN, un joven periódico coruñés que él no llegó a conocer, quien ahora reivindique su memoria y no aquellos que él dirigió durante tantos y difíciles años!!

Parece que nadie tuviese el más mínimo interés en recordar la causa principal de toda su carrera profesional: intentar despertar en sus vecinos una conciencia democrática y solidaria, amparar a quienes lo necesitaban y no tenían ni dinero ni clase social que los protegiese, y defender el progreso de la ciudad.

¿Qué pasa con Bocelo?, se pregunta, entonces, el señor Cepadas en su diario.

Pues da la impresión de que nadie lo sabe, o de que nadie quiere responder. Desde que salió el artículo, una buena cantidad de políticos, periodistas y coruñeses varios que conocen perfectamente la solución al enigma, han preferido guardar silencio. Gran virtud, la prudencia.

Sin embargo, nos sentimos muy satisfechos de poder decirles que la pregunta de LA OPINIÓN le ha gustado a los lectores de la calle. Tal vez porque no tengan despacho que resguardar ni moqueta que dejar de pisar, los coruñeses normales y corrientes, la gente de Bocelo, nos han hecho saber que aquel desgarbado periodista, para el que todos éramos iguales, sigue en su recuerdo. Gelines, la del quiosco, Paco, el conserje, Tere, la florista... siguen acordándose de él. Ellos sí que guardan memoria de todos aquellos años deprimentes en los que, en cualquier casa o en cualquier tasca de la ciudad, el periódico se empezaba a leer por la última página, donde Bocelo intentaba hacerles sonreír por algo o hacerles reflexionar sobre alguna injusticia, y, en sus mejores columnas, hasta conseguía hacerles pensar y sonreír a la vez.

En cuanto a la pregunta, nosotros, la familia del periodista, sí sabemos la contestación.

Nunca olvidamos quién fue, y sigue siendo, el responsable del veto a su memoria. Para él guardamos el debido desprecio, pero consideramos que no somos nosotros quienes debemos poner su nombre sobre la mesa y relatar los hechos y circunstancias, sobradamente conocidos en la ciudad y disponibles para quien quiera documentarse, que están detrás de este olvido impuesto por ese personaje y alimentado con el silencio de tantos ciudadanos insignes.

Suponemos que el tiempo pondrá las cosas en su sitio, y un artículo como el de Andrés Cepadas es una buena señal. Seguro que, tarde o temprano, la memoria de Bocelo volverá a ser parte de la historia de Coruña y de Galicia.

Con todo el agradecimiento del mundo.

La familia De Llano