El Congreso de los Diputados votará estos días la aprobación de los primeros Presupuestos del Estado elaborados por el Gobierno de Mariano Rajoy, que incluyen una partida de 41 millones de euros de crédito para acometer la tercera fase de las obras del puerto exterior deA Coruña, cuyo montante total asciende a 200 millones. Este verano comenzarán las obras de la primera fase del contradique de abrigo que protegerá la dársena de los embates del mar con una estructura de casi kilómetro y medio que Fomento confía en terminar en un plazo de dos años.

La viabilidad del puerto exterior, una infraestructura clave para el futuro desarrollo económico de A Coruña cuya finalización está prevista para 2015, ha ido sorteando desde su puesta en marcha tras la catástrofe del Prestige un largo y tortuoso camino plagado de obstáculos técnicos y financieros, amén de un escandaloso sobrecoste de más de 200 millones de euros que, desgraciadamente, aún puede dispararse más. Ahora su principal reto en asegurar una conexión ferroviaria, es decir, conseguir más dinero. Los 232.000 euros que el Gobierno invertirá este año están destinados a un estudio informativo preliminar que viene elaborándose desde 2010 y cuya conclusión estaba prevista ya para este año.

El presidente de la Autoridad Portuaria, Enrique Losada, reclamaba el mes pasado como imprescindible la conexión por tren para el traslado de los graneles. Días después la ministra de Fomento, Ana Pastor, en su visita oficial a la dársena de Langosteira, explicó que no se podía ejecutar más en este ejercicio presupuestario, aunque admitió que el puerto exterior estará incompleto sin la llegada del ferrocarril. Pastor aseguró que habrá conexión por tren en los próximos años. En teoría el ramal de siete kilómetros de vía debería estar listo para la hipotética apertura del puerto en 2015.

Bruselas acaba de poner el dedo en la llaga de las carencias del futuro puerto exterior coruñés al hacer público un informe del Tribunal Europeo de Cuentas que cuestiona la eficacia en la dársena de Langosteira sin una conexión por tren y advierte de que este imprescindible acceso a la red ferroviaria conllevará importantes inversiones adicionales que no están contempladas. La Autoridad Portuaria coruñesa comparte este diagnóstico y asume que Langosteira solo será eficaz cuando se abran los accesos. La unión por carretera, con un enlace a la autovía, ya se encuentra en ejecución. Otra cosa es el ferrocarril. El propio presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, reconoce que los accesos al puerto exterior deberían ir más deprisa, pero lo achaca también al incumplimiento del plan de financiación del Gobierno anterior.

La génesis del puerto exterior estuvo rodeada de críticas que alertaban de que la operación lanzada por el exalcalde Francisco Vázquez y comprometida con el gobierno de José María Aznar se asentaba sobre pies de barro. Con la excusa de la marea negra del Prestige y el necesario traslado de las instalaciones petroleras de Repsol en los muelles, se planteó una operación especulativa paradigmática de los años del ladrillo que pretendía liberar los muelles del puerto para actividades inmobiliarias, lo que obligaba a trasladar el tráfico portuario a otro lugar con cargo a los beneficios de la venta de terrenos a los promotores.

La crisis y el desplome de los valores inmobiliarios convirtieron esta iniciativa en el cuento de la lechera. Los supuestos fondos privados que iban a costear buena parte de la operación nunca aparecieron y el puerto fue construyéndose a trancas y barrancas con fondos y créditos públicos. La ausencia de esos fondos que deberían generarse con la especulación urbanística es una de las razones por la que está atrasado el acuerdo para el traslado de Repsol a Langosteira. La operación requiere compensaciones que ahora resulta imposible siquiera plantearse cómo se van a sufragar, pues la compañía las ha calculado en otros 250 millones de euros. En fin, que los accesos sigan en el aire a estas alturas revela bien a las claras las deficiencias del proyecto.

Pero, dicho todo eso, lo cierto es que el puerto exterior de A Coruña no puede quedar inconcluso. Pese a su controvertido origen, el disparatado coste que está alcanzando y los muchos dislates cometidos hasta ahora en lo que es la mayor obra pública realizada hasta ahora en Galicia, sería absurdo e irresponsable ponerlo en peligro por no comprometer en tiempo razonable una conexión ferroviaria imprescindible. Porque perder ese tren supondría, como advierte la Unión Europea, tirar 750 millones al mar.