Qué necesita, el difusor o el inversor? Grave problema: difusor o inversor, un problema tan difícil como la opción entre austeridad o crecimiento que atormenta a los políticos europeos. Miro el grifo estropeado que tengo en la mano, y no logro encontrar nada que se parezca a un difusor ni a un inversor. El empleado de la fontanería se impacienta.

-¿Ha probado con la abrazadera de la lengüeta hexagonal de la rosca vertical interna?

Trago saliva. Me apoyo en el mostrador. Debo de poner cara de persona muy enferma, porque el empleado de la fontanería me habla en un tono que pretende ser compasivo y tranquilizador a la vez, como si fuera a decirme que la cosa no es tan grave, ya que al menos me quedan seis meses de vida.

-Porque ya habrá comprobado la hembra, ¿no?

Ah, la hembra, y yo que no había caído. "Sa famella", ha dicho el empleado de la fontanería, y pienso en el viejo adagio que recomienda investigar, a la hora de resolver un misterio, el papel que pueda haber desempeñado alguna mujer, por lo general de no muy buena reputación. "Cherchez la femme", decía el detective Arsenio Lupin, aunque quizá fuera otro personaje clásico de novelas de detectives, y como también tengo estropeada la conexión a internet -otro clásico veraniego-, no puedo comprobarlo en la Wikipedia. Pero me hace gracia descubrir que ese clásico del pensamiento humano, "cherchez la femme", tiene su equivalente en el glosario básico de fontanería: "¿Ha comprobado la hembra?".

Hay cola en la fontanería, así que oigo toses nerviosas y bufidos de impaciencia que proceden de los clientes que esperan detrás de mí y que probablemente ya han comprobado no sólo la hembra, sino también la abrazadera de la lengüeta hexagonal, y que por lo demás ya tienen muy claro si necesitan un difusor o un inversor, y que encima tienen el coche aparcado en segunda fila, y con dos niños esperando en el coche, uno de los cuales, a estas horas, ya se habrá sentado en el asiento del conductor y estará jugando a poner la marcha atrás, con el grave problema añadido de que el conductor se ha dejado las llaves en el contacto.

Pero yo no soy una persona acostumbrada a tratar esos temas tan complejos, que me parecen más difíciles de entender que las leyes de la termodinámica, así que me rasco la cabeza y pongo cara de desamparo. Un nuevo empleado se acerca al mostrador con expresión decidida, como esos amables policías que se disponen a resolver un atasco a golpes de silbato.

-Vamos a ver, si no es un problema de difusor ni de inversor, entonces lo que le pasa al grifo de la ducha es que necesita una mancheta interior de rosca granulada. ¿Cuántas quiere, una o dos? ¿O le pongo un paquete entero? ¿Le parece bien del número cuatro? ¿Y cómo prefiere las manchetas: de acero polisaturado o de titanio enriquecido con polietileno de introversión reticular angulada?

Me temo que la cosa es grave. Ni siquiera sé lo que es una mancheta, así que ya no me atrevo a conjeturar qué puede ser el acero polisaturado o el polietileno de introversión reticular angulada, aunque quizá me he confundido en los términos, porque a estas alturas soy yo el que tiene el cerebro convertido en una amalgama de aceros polisaturados por introversión reticular angulada. Y encima con la ducha estropeada desde hace dos días, y en medio de una ola de calor. Y de paso, en vista de que las desgracias nunca vienen solas, sin conexión a internet.

Trago saliva. Miro al techo. Noto que los carraspeos y bufidos de la cola aumentan de tono. Hay alguien que está hablando por el móvil. Me parece oír la frase "tráete la catana del Josué", pero quizá son alucinaciones acústicas. Intento concentrarme en el grifo estropeado que tengo en la mano y lo miro con detenimiento, a ver si por fin descubro la mancheta interior de rosca granulada. Pero lo único que consigo ver es la imagen de un veraneante desconcertado que observa un grifo de ducha como si acabara de detectar la presencia de una piraña en su bañera. Ese veraneante atribulado, por supuesto, soy yo mismo. Cuando me doy cuenta, estoy en la calle, con el grifo en la mano y un paquetito de objetos de vaga forma hexagonal. Llego a casa, subo a la bañera e intento colocar el grifo en su sitio. A los dos minutos se produce una vía de agua (no me había acordado de cerrar la llave de paso). Cojo el móvil y me dispongo a llamar al servicio de emergencias. Intento fallido. El móvil tampoco funciona. Otro clásico veraniego.