Se queja Guillermo Collarte, el diputado que las pasa canutas con sus cinco mil euros de sueldo mensuales, de que hemos tomado de forma literal unas palabas que pronunció en sentido figurado. La distinción entre un sentido y otro se aprende de pequeño, cuando tu madre grita "¡te voy a comer!" al tiempo de llevar su boca a tu vientre o a tus muslos. De modo que cuando mamá dice que nos va a comer no nos lo creemos. Sabemos que se trata de una exageración. Si nos lo creyéramos, la infancia sería una etapa atroz. Aun así, algunas infancias son terribles, no ya por culpa de la afición a la literalidad de algunos padres que cuando dicen "¡te voy a matar!", te matan de verdad, sino por la afición a la literalidad de la realidad, poco amiga del lenguaje figurado. Cuando te das con la cabeza en una esquina de la mesa, la esquina de mesa es real, lo mismo que tu frente, así como la sangre que mana por los labios de la herida. A veces decimos que tal realidad es metáfora de tal otra, pero lo decimos por decir. Lo peor de la realidad no es lo que metaforiza, sino lo que es en sí.

Bueno, la última afirmación tampoco es del todo cierta. Guillermo Collarte, que en su literalidad es un diputado del grupo popular que gana, el pobre, 5.000 euros al mes, posee también una existencia figurada que lo asimila a la ministra de trabajo de los "ocho mil euros al mes". Afirma Báñez, en efecto, que no es lógico ayudar a un parado inserto en una familia en la que se ingresan 8.000 euros al mes. Báñez no ha dicho nada todavía sobre el sentido figurado de su afirmación. Seguramente no sabe en qué consiste el sentido figurado, pero no tardará en decir que sus palabras se sacaron de contexto. Las palabras se sacan de contexto continuamente, no hay otro remedio si queremos abreviar. Pero sólo nos debemos quejar de ello cuando al efectuar esa operación se les da un sentido distinto al que tenían dentro de él. Y no suele ser el caso. Quiere decirse que los políticos no saben lo que dicen cuando dicen lo del contexto del mismo modo que Collarte ignoraba de qué hablaba al mencionar el sentido figurado. Instalados definitivamente en la Torre de Babel inaugurada por Rajoy al día siguiente de ganar las elecciones, escuchamos todo como el que oye llover. Y no llueve.